THE LATIN VOX (23 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Recientemente, el Golfo de México ha sido rebautizado oficialmente como el «Golfo de América», una medida impulsada por la administración de Donald Trump que ha generado controversia y discusión en todo el país.
A pesar de que aún no se ha producido un cambio formal en la denominación de este importante cuerpo de agua, tanto la Guardia Costera de los Estados Unidos (USCG) como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ya han comenzado a utilizar el nuevo término en sus comunicaciones oficiales.
Esta movida, que refleja la agenda de Trump de promover lo que él considera la «grandeza americana», plantea preguntas sobre la influencia del presidente en la nomenclatura geográfica y las implicaciones internacionales de la decisión.
El Decreto Presidencial y su impulso a la “Grandeza Americana”
El cambio en el nombre del Golfo de México se formalizó a través de un decreto ejecutivo firmado por Trump a principios de su mandato. Según el texto de la orden, la renombrada denominación tiene como objetivo rendir homenaje a lo que se considera un activo esencial de la «grandeza de América». En su mensaje, el presidente señaló que el área anteriormente conocida como el Golfo de México ha sido una parte indiscutible del desarrollo de la nación estadounidense, y su nuevo nombre reflejaría el retorno a los «pilares de la civilización americana».
A partir de este decreto, el secretario del Interior de EE. UU. tiene 30 días para tomar las medidas necesarias para que el nombre del golfo sea oficialmente modificado en todos los documentos federales. El Sistema de Información de Nombres Geográficos (GNIS), administrado por la Oficina de Censos de los EE. UU. bajo el Departamento del Interior, también se actualizará para eliminar las referencias al Golfo de México.
La Guardia Costera y Florida adoptan el nuevo término
Ya en los primeros días de implementación del decreto, la Guardia Costera de los Estados Unidos comenzó a usar el término «Golfo de América» en sus comunicados oficiales. En una reciente declaración, la USCG mencionó que desplegaría más recursos en «la frontera marítima entre Texas y México en el Golfo de América».
Del mismo modo, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, un firme aliado de Trump, citó el nuevo nombre en una orden ejecutiva relacionada con la tormenta invernal que afectaba a su estado. DeSantis se refirió a la tormenta como un fenómeno que se movía a través del «Golfo de América», lo que demuestra que la adopción de la nueva denominación ya está siendo implementada a nivel estatal.
¿Un cambio formal o meramente simbolico?
A pesar de que la decisión de Trump marca un cambio en la nomenclatura oficial dentro de Estados Unidos, el impacto fuera de sus fronteras es incierto. Aunque no existe un protocolo internacional que regule la denominación de cuerpos marítimos, el decreto presidencial tiene validez en los documentos oficiales de EE. UU. Sin embargo, no se espera que otros países, como México o aquellos en el Caribe, adopten el cambio.
La Junta de Nombres Geográficos de los EE. UU., parte del Servicio Geológico de EE. UU., ha señalado que, si bien es posible cambiar nombres geográficos, este tipo de acciones generalmente se desaconsejan a menos que haya una razón sustancial. En este caso, la justificación de Trump se basa en lo que considera un regreso a las raíces de la identidad nacional, más que en una corrección histórica de la nomenclatura.
Reacciones y controversias
El cambio de nombre ha generado reacciones mixtas en los Estados Unidos. Para muchos, especialmente entre los partidarios de Trump, el «Golfo de América» es una forma simbólica de reafirmar la importancia de la región para el país y su desarrollo. No obstante, algunos críticos cuestionan la necesidad de modificar un nombre históricamente arraigado en la cultura global, argumentando que este tipo de iniciativas distraen de temas más urgentes en la agenda política de EE. UU.
Además, la reacción internacional podría ser variada. El Golfo de México ha sido conocido de esa forma durante siglos, y aunque el cambio sea aplicable en los documentos estadounidenses, otros países y organismos internacionales probablemente mantendrán la nomenclatura tradicional, lo que podría generar confusión en los foros multilaterales y en el comercio internacional.
El futuro del «Golfo de América«
Aunque el cambio de nombre es aún un tema reciente, es posible que siga siendo debatido dentro de los círculos políticos y diplomáticos. La decisión de Trump de rebautizar el Golfo de México como el Golfo de América es un recordatorio de su enfoque de políticas nacionales que apuestan por la reafirmación de la identidad y el patriotismo estadounidense, aunque este tipo de medidas no siempre tiene repercusiones globales.
Lo cierto es que, sin importar su nombre, el Golfo sigue siendo una de las regiones más estratégicas para el comercio y la seguridad marítima de los Estados Unidos. A medida que se avance en la implementación de la nueva denominación, la atención internacional se centrará más en las implicaciones geopolíticas y en cómo este tipo de cambios podrían influir en la percepción de EE. UU. en la escena global.
En conclusión, el decreto de Donald Trump de renombrar el Golfo de México como el «Golfo de América» es un ejemplo de su enfoque hacia la consolidación de la identidad estadounidense, aunque no está exento de controversias.
Mientras tanto, la adopción del término por la Guardia Costera y el estado de Florida marca el inicio de su uso oficial dentro de Estados Unidos. Sin embargo, fuera de sus fronteras, el cambio podría no tener el mismo impacto, y otros países seguirán utilizando la denominación tradicional.
¿Será este un acto simbólico o un movimiento que tendrá efectos duraderos en la percepción internacional de EE. UU.? El tiempo lo dirá.
Crédito fotográfico: WCAX