
THE LATIN VOX (28 de junio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Lo que debía ser una cumbre estratégica de la OTAN para reforzar la seguridad transatlántica terminó convirtiéndose en una comedia diplomática donde la protagonista indiscutible fue la adulación desbordada al presidente estadounidense, Donald Trump.
Desde declaraciones empalagosas hasta mensajes de texto filtrados por el propio mandatario, líderes europeos, encabezados por el nuevo secretario general de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte, parecieron competir por ganarse el favor del expresidente convertido nuevamente en potencia política.
“Gracias por su acción decisiva en Irán, fue verdaderamente extraordinaria”, escribió Rutte a Trump antes del encuentro. “Logrará algo que ningún presidente en décadas ha conseguido.”
Pero fue su desafortunado comentario público lo que encendió las redes sociales: al cerrar la rueda de prensa final, Rutte se refirió a Trump como “papá”. Literalmente.
De la diplomacia al servilismo
El espectáculo continuó tras la cumbre, cuando el equipo de comunicación de Trump publicó un video en su cuenta oficial titulado: “Daddy’s home” (“Papá ha vuelto”). Con música sensual de fondo —una canción de Usher— y escenas del presidente saludando multitudes y estrechando manos, el clip fue un claro indicio de que Trump y los suyos disfrutaron cada segundo del culto a la personalidad que se vivió en La Haya.
El apodo de “papá” no tardó en convertirse en trending topic y símbolo de lo que muchos analistas ya describen como una humillación estratégica premeditada. Según Sam Edwards, historiador político en la Universidad de Loughborough, «la forma más útil de entender a Trump y su círculo no es como una administración convencional, sino como una corte real, donde la adulación es moneda de cambio”.
El precio del elogio
Rutte no es el único que ha adoptado el estilo cortesano para lidiar con Trump. La lista es larga:
- Kristi Noem, actual secretaria de Seguridad Nacional, le regaló en 2020 una maqueta de bronce de Mount Rushmore con el rostro de Trump esculpido junto a los padres fundadores.
- Stephen Miller, arquitecto de las políticas migratorias más duras, lo describió como “el presidente más elegante de nuestra era”. Hoy es vicejefe de gabinete.
Los críticos han calificado esta actitud como “una coreografía de sumisión orquestada”, donde líderes europeos han optado por doblegarse verbalmente con la esperanza de obtener concesiones de Washington. En esta cumbre, la recompensa fue la promesa de Trump de reconsiderar sus amenazas de reducir la participación de EE. UU. en la OTAN, a cambio de mayores compromisos de gasto en defensa.
“La realpolitik se ha vuelto teatrera”, comentó un diplomático anónimo a Le Monde. “Ya no se negocia; se actúa para no herir su ego.”
¿Mera estrategia o decadencia diplomática?
Mientras algunos analistas ven en este servilismo una maniobra pragmática para contener la volatilidad de Trump, otros advierten sobre la erosión de la dignidad institucional y diplomática. La frase de Rutte no solo ha generado burla global, sino también cuestionamientos sobre la capacidad de Europa de mantener principios sin caer en el vasallaje.
“No es solo lo ridículo del apodo, es lo que simboliza: el miedo a contrariar a un hombre con poder desmedido”, opinó la eurodiputada alemana Katrin Langemann, quien criticó abiertamente la actitud de sus colegas europeos.
Trump, encantado
Desde el Despacho Oval, Trump no disimuló su satisfacción. “Parece que les caigo bien”, bromeó ante los periodistas, mientras su gabinete reía. Y es que, para Trump, la adoración personal no es un inconveniente, sino una herramienta de poder.
En su versión del orden mundial, el respeto no se gana con principios o alianzas, sino con reverencias —y, al parecer, con apodos patriarcales.
La pregunta que queda es clara: ¿hasta qué punto está dispuesta Europa a renunciar a su dignidad diplomática por unos segundos de aprobación trumpista?
Crédito fotográfico: Getty Images