
THE LATIN VOX (6 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Las montañas del Himalaya resuenan este fin de semana con mantras, tambores y oraciones. En la ciudad india de Dharamshala, hogar en el exilio del Dalai Lama, miles de fieles tibetanos y devotos internacionales se congregan para celebrar el 90º cumpleaños del líder espiritual más emblemático del budismo tibetano.
Pero entre los cánticos y las banderas de oración, se percibe algo más que júbilo: una profunda preocupación por el futuro de una institución sagrada bajo amenaza de control político.
En un anuncio largamente esperado, transmitido en video a la comunidad monástica, el Dalai Lama ha confirmado que su sucesor será elegido tras su muerte, según la tradición tibetana de la reencarnación, y que sólo su círculo íntimo de monjes tendrá autoridad para buscar a su reencarnación.
“Nadie más tiene derecho a interferir en este asunto”, declaró el líder espiritual, poniendo fin a años de especulación sobre si introduciría un método alternativo de sucesión para evitar la injerencia china.
Una batalla entre espiritualidad y poder estatal
Desde su exilio forzado en 1959, tras la ocupación china del Tíbet, el Dalai Lama ha sido la voz más visible de la lucha tibetana por la libertad religiosa y cultural.
Sin embargo, el anuncio de esta semana no solo reafirma una tradición budista de más de 600 años, sino que también lanza un desafío directo a Pekín, que ha insistido durante décadas en que solo el gobierno central chino tiene derecho a designar al próximo Dalai Lama.
El Ministerio de Exteriores chino fue claro en su respuesta: el sucesor “debe ser elegido mediante sorteo en la urna dorada y aprobado por el gobierno central”. Una fórmula impuesta por las autoridades comunistas desde el siglo XVIII para intentar institucionalizar el control del budismo tibetano.
Pekín ya ha intentado aplicar esta lógica al nombrar un Panchen Lama leal al partido, ignorando al niño identificado por el Dalai Lama, que desapareció poco después de ser anunciado en 1995 y jamás fue visto de nuevo.
¿Dos Dalai Lamas?
El escenario más probable, según analistas, es que tras la muerte del actual Dalai Lama se designen dos sucesores: uno reconocido por los monjes tibetanos en el exilio —probablemente nacido fuera de China— y otro impuesto por las autoridades chinas dentro del Tíbet.
Este conflicto dividiría la autoridad espiritual y podría tener implicaciones profundas no sólo religiosas, sino también diplomáticas, especialmente para países como India, donde reside el Dalai Lama, y que mantienen tensas relaciones con China.
Tansen Sen, historiador de las relaciones indo-chinas, calificó el reciente mensaje del Dalai Lama como “estratégico y diplomáticamente calculado”.
A diferencia de declaraciones anteriores, en las que sugería que su reencarnación nacería en el «mundo libre», esta vez evitó provocaciones directas a Pekín. “Sabe que está atrapado geopolíticamente entre India y China. No es solo un líder espiritual, también es un estadista astuto”, comentó Sen.
India rompe el silencio
En una declaración inusual, el ministro de Asuntos de las Minorías de India, Kiren Rijiju —él mismo budista— afirmó que la reencarnación del Dalai Lama “debe decidirse según las convenciones establecidas y la voluntad del propio Dalai Lama. Nadie más tiene derecho a decidirlo”.
La afirmación fue vista como un claro respaldo diplomático de India a la autonomía religiosa del Tíbet, una postura que rompe con décadas de cautela por parte del gobierno indio, tradicionalmente reacio a provocar a su poderoso vecino del norte. La respuesta china no se hizo esperar, acusando a Nueva Delhi de “interferir en asuntos internos de China”.
Sin embargo, esta tensión encaja en un contexto más amplio: desde 2020, los enfrentamientos militares en la frontera del Himalaya han reavivado las tensiones entre ambos países. Para India, el Dalai Lama se ha convertido en una pieza clave en su ajedrez geopolítico.
Una figura global, incómoda para China
Para el régimen chino, el Dalai Lama es un “lobo con túnica de monje”, un símbolo de separatismo y un obstáculo a su visión de una China homogénea. Las autoridades han prohibido su imagen en el Tíbet y restringido cualquier expresión de devoción hacia él.
Pero esos esfuerzos parecen haber fracasado: el líder tibetano es más popular que nunca en el escenario internacional, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, recibido por líderes mundiales y venerado por millones.
Robert Barnett, especialista en historia tibetana, explica: “China teme que cualquier muestra pública de apoyo al Dalai Lama pueda encender una chispa de movilización popular dentro del Tíbet o incluso en otras regiones budistas de Asia”.
Más allá de la religión: el destino del Tíbet
El anuncio sobre su sucesión deja clara la determinación del Dalai Lama de preservar la legitimidad espiritual de su linaje frente a la manipulación política. Al mismo tiempo, abre una nueva etapa de incertidumbre.
Como advirtió Amitabh Mathur, exasesor del gobierno indio en temas tibetanos, “el verdadero desafío llegará cuando muera. ¿Dónde nacerá el nuevo Dalai Lama? ¿Cómo reaccionará China? ¿Lo reconocerá India?”.
Por ahora, el líder espiritual no parece preocupado por su propio final. Durante una oración pública esta semana, sonrió y dijo: “Espero vivir otros 30 o 40 años”. Pero en los templos y calles de Dharamshala, el sentimiento general es que la lucha por el alma del Tíbet apenas está comenzando.
En una era de crecientes tensiones globales, la batalla por el próximo Dalai Lama será más que una cuestión religiosa. Será una prueba del poder de la fe frente a la fuerza del Estado.
Crédito fotográfico: The Office of His Holiness The Dalai Lama