Análisis: Canadá entre aranceles y amenazas … el dilema comercial que enfrenta Mark Carney frente a Trump

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THE LATIN VOX (15 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

La relación comercial entre Canadá y Estados Unidos atraviesa un momento de creciente tensión, y el primer ministro canadiense Mark Carney lo dejó claro esta semana: cualquier acuerdo con la administración Trump probablemente incluirá aranceles.

En palabras del propio Carney, «no hay mucha evidencia en este momento» de que Washington esté dispuesto a cerrar un trato sin imponer gravámenes.

El mensaje, pronunciado en francés antes de una reunión de gabinete en la Colina del Parlamento, refleja la realidad de una relación bilateral cada vez más marcada por el unilateralismo estadounidense y el uso político de la economía.

Aranceles como norma, no excepción

Carney fue tajante al señalar que todos los acuerdos comerciales recientes del presidente Trump han incluido aranceles, incluso con socios como el Reino Unido, con quien Estados Unidos mantiene un superávit comercial. En ese caso, el acuerdo incorpora un arancel base del 10%.

Aunque no dijo explícitamente si Canadá aceptaría tales condiciones, Carney reiteró que solo firmará un acuerdo que esté «en el mejor interés de Canadá».

Para Ottawa, la situación es especialmente delicada. Según Carney, bajo el marco actual, Canadá goza de un «comercio casi libre» gracias a las exenciones arancelarias del Acuerdo Canadá-Estados Unidos-México (CUSMA).

Sin embargo, más del 60% de las exportaciones canadienses no cumplían inicialmente con los requisitos del acuerdo, ya que muchas empresas optaron por pagar tarifas mínimas en lugar de navegar la compleja burocracia para acceder al mercado estadounidense sin aranceles.

Las cicatrices de la guerra comercial

A pesar de la relativa calma que ofrece el cumplimiento de CUSMA, persisten aranceles dañinos sobre sectores clave como el acero, el aluminio, los automóviles y, más recientemente, amenazas sobre productos farmacéuticos, madera y cobre.

Estas aranceles—invocadas bajo la Sección 232 de la legislación comercial estadounidense— se justifican como medidas de «seguridad nacional», aunque sus efectos son profundamente económicos: pérdida de empleos y caída en las exportaciones canadienses.

La presidenta de la Asociación de Productores de Acero de Canadá, Catherine Cobden, afirmó esta semana que la producción de acero ha caído un 20% desde que Trump impuso aranceles a los metales. “Necesitamos estabilizar la situación para Canadá”, dijo Carney.

El juego de la presión

El conflicto se intensificó cuando Trump envió una carta a Carney anunciando un aumento del arancel fronterizo del 25% al 35% sobre bienes no conformes con CUSMA, a partir del 1 de agosto. Alegó que se trata de una medida para forzar a Canadá a tomar más acciones contra el tráfico de fentanilo, pese a que los datos estadounidenses muestran que la mayor parte de esta droga ingresa por la frontera sur, no desde Canadá.

Trump fue claro: “Si Canadá colabora para detener el flujo de fentanilo, quizás consideremos ajustar esta carta”. Para Trump, estas cartas son los acuerdos en sí. “Los acuerdos ya están hechos. Las cartas son los acuerdos. No hay nada más que negociar”, declaró ante la prensa el lunes.

Canadá prepara su respuesta

Ante el aumento de la presión estadounidense, Carney advirtió que si no se llega a un acuerdo satisfactorio a fin de mes, Canadá responderá con aranceles de represalia sobre productos estadounidenses, especialmente en el acero y el aluminio. Hasta ahora, ha evitado igualar los aranceles al alza impuestos por Trump, apostando a mantener la vía diplomática abierta.

“Seguiremos defendiendo a los trabajadores y empresas canadienses”, aseguró el primer ministro, subrayando que las negociaciones se intensificarán en las próximas semanas.

¿Aranceles inevitables?

Arlene Dickinson, empresaria y asesora del Consejo Canadá-EE.UU. de Carney, cree que aceptar algunos aranceles será inevitable. “No puedo creer que [Trump] vaya a permitir un acuerdo sin tarifas. No es su estilo”, dijo en entrevista. Para Dickinson, la conducta del presidente estadounidense es una forma de “bullying” económico y un ejemplo de comportamiento “autocrático”.

Sin embargo, también vislumbra una oportunidad: con la revisión de CUSMA programada para el próximo año, podría abrirse una ventana para renegociar estos aranceles. Pero hasta entonces, Canadá camina una delgada línea entre resistir la presión y preservar una relación comercial vital.

Un socio difícil en tiempos turbulentos

El caso canadiense es solo una muestra más del enfoque de “comercio por confrontación” que Trump ha adoptado en su política exterior. Para muchos observadores, estas maniobras reflejan más una estrategia electoral que un plan económico coherente. Pero para Canadá, lo que está en juego es tangible: empleos, industrias estratégicas y la estabilidad económica de una nación que sigue dependiendo, en gran parte, de su vecino del sur.

En los próximos días, las decisiones que tomen Ottawa y Washington marcarán no solo el futuro del comercio bilateral, sino también el tono de una nueva era geopolítica donde las amenazas pesan más que las normas.

Crédito fotográfico: The Canadian Press


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