El ambicioso objetivo militar de Mark Carney enfrenta obstáculos reales … ¿puede Canadá gastar $9 mil millones en defensa antes de abril?

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THE LATIN VOX (3 de agosto de 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

El primer ministro Mark Carney quiere que Canadá cumpla con una promesa que lleva casi dos décadas en el tintero: alcanzar el objetivo de la OTAN de destinar el 2% del PIB al gasto en defensa.

Para lograrlo, ha puesto sobre la mesa $9 mil millones de dólares adicionales que, según el gobierno, deben ser gastados antes de abril de 2026. La pregunta que muchos se hacen ahora es simple, pero contundente: ¿es eso realmente posible?

Una meta ambiciosa, un reloj en contra

Según expertos, funcionarios y actores de la industria, el tiempo juega en contra del gobierno. Con medio año fiscal por delante, lograr gastar tal suma no solo requiere voluntad política, sino también una transformación exprés del históricamente lento y burocrático sistema de adquisiciones de defensa canadiense.

“Mark Carney dice lo correcto, pero necesita tomar el látigo ahora mismo”, señaló John Ball, exejecutivo de la industria de defensa con casi cuatro décadas de experiencia.

El Departamento de Defensa Nacional (DND) y otras agencias gubernamentales planean gastar $8.7 mil millones, mientras que $370 millones irán a la agencia de ciberseguridad Communications Security Establishment (CSE). Pero el historial de decisiones aplazadas, riesgos evitados y presupuestos sin ejecutar preocupa a muchos.

“No se trata solo de asignar el dinero, sino de cómo se va a usar y si realmente se podrá ejecutar en el plazo”, advierte el diputado conservador y crítico de defensa James Bezan.

¿Contabilidad creativa o inversión real?

La presión para cumplir con el objetivo del 2% se ha intensificado desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, reavivando las tensiones sobre el compromiso real de los aliados dentro de la OTAN.

Algunos opositores temen que el gobierno termine optando por “contabilidad creativa” para cumplir nominalmente con la meta, sin realizar nuevas inversiones significativas.

Sin embargo, hay mecanismos existentes que podrían acelerar la ejecución: contratos marco ya aprobados, listas de proveedores precalificados, compras directas bajo excepciones de seguridad nacional o requisitos operativos urgentes, entre otros. Pero el uso indiscriminado de estas herramientas también plantea riesgos de transparencia y control, algo que preocupa a Bezan y otros parlamentarios.

Una oportunidad para revitalizar la industria local

Más allá del objetivo internacional, Carney ha dejado claro que una parte del plan es fortalecer la industria de defensa canadiense.

Según Christyn Cianfarani, presidenta de la Asociación Canadiense de Industrias de Defensa y Seguridad (CADSI), una porción importante del dinero podría invertirse en empresas nacionales si se eliminan los cuellos de botella del proceso de adquisiciones.

“No deberíamos tener un proceso de compras eternamente prolongado”, afirmó. “Una parte sustancial de esos $9 mil millones puede quedarse en Canadá, si se actúa con enfoque”.

Una vía para acelerar el gasto es ampliar contratos ya vigentes, como el de los 360 vehículos blindados ligeros de General Dynamics en Ontario, que según la empresa podrían incrementarse rápidamente mediante una enmienda contractual.

Urgencia deliberada, no precipitación

Desde la industria, la consigna parece ser clara: actuar con rapidez, sí, pero sin perder la cabeza.

“Hablo de ‘urgencia deliberada’”, dice Chris Pogue, presidente de Calian Defence and Space y ex piloto de la Fuerza Aérea. “No podemos dejar que la prisa anule un proceso inteligente. Pero si sabemos a dónde queremos ir, podemos movernos más rápido”.

Pogue remarca que ciertos aspectos de la defensa —como las capacidades de soberanía en el Ártico— deben ser producidos localmente, por razones estratégicas.

¿Realidad o meta simbólica?

A pesar de las declaraciones oficiales, un alto funcionario del gobierno admite que tanto el monto como el plazo son, más bien, “objetivos ambiciosos”, no garantías. Dado que muchas inversiones en defensa —especialmente en capital— se planifican y ejecutan a lo largo de varios años, cumplir con la cifra antes de abril podría depender de reetiquetar proyectos ya existentes, en lugar de nuevos gastos reales.

Cumplir con el 2% del PIB en gasto militar no es solo una cuestión de dólares, sino de decisión estructural.

Canadá enfrenta el dilema de transformar rápidamente un aparato burocrático complejo en una maquinaria eficiente que pueda ejecutar casi $9 mil millones en tiempo récord. La voluntad política parece estar ahí.

Pero con el reloj corriendo y el ojo de la OTAN encima, el país se enfrenta a una prueba que pondrá a prueba no solo su credibilidad internacional, sino también su capacidad para modernizarse desde adentro.

Crédito fotográfico: The Canadian Press


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