
THE LATIN VOX (6 de agosto del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Tras años de cautela, Canadá ha comenzado a tomarse en serio el desarrollo de su capacidad en guerra con drones.
Impulsado por las lecciones extraídas del conflicto en Ucrania, el país está apostando por una nueva generación de vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) más pequeños, más baratos y, en muchos casos, desechables, que podrían revolucionar su defensa nacional y su industria armamentista.
A 24 años del primer ataque letal con un dron —el de un Predator estadounidense que eliminó a un alto mando de Al-Qaeda en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre— la guerra moderna ha cambiado drásticamente.
El cielo entre el suelo y los 1.000 metros de altura, una zona antes dominada por helicópteros, ahora es un nuevo campo de batalla plagado de drones. Los militares canadienses han tomado nota.
Una revolución en miniatura
«La innovación se está dando a una velocidad vertiginosa», dice el teniente coronel Chris Labbé, jefe de la Oficina Conjunta de Sistemas de Contra-Drones de las Fuerzas Armadas Canadienses. “Ahora se habla del ‘litoral aéreo’ como un espacio táctico clave. Es ahí donde los drones están cambiando las reglas del juego”.
El ejemplo más influyente ha sido Ucrania. Lo que comenzó como una guerra de artillería se ha convertido en un teatro de combate poblado por drones ágiles, de bajo costo y fabricados en masa en pequeños talleres, lejos de la lógica industrial de los cazas F-35 y otros sistemas de armamento multimillonarios.
Incluso Rusia ha descentralizado la producción, confiando en ingenieros que operan desde sus hogares, imprimiendo drones en 3D y adaptando tecnologías con una rapidez imposible para las fábricas tradicionales.
Del garaje al campo de batalla
El modelo ucraniano ha inspirado a Canadá. A través del programa “Innovative Solutions Canada”, las Fuerzas Armadas están desafiando a la industria nacional a pensar fuera de lo convencional.
Una de las convocatorias más recientes busca desarrollar un “dron interceptor sacrificable”, capaz de derribar otros drones enemigos —de pocos gramos a cientos de kilos— a velocidades superiores a los 200 km/h, desde nivel del suelo hasta más de 3.000 metros de altitud.
Lejos de promover únicamente explosivos, el desafío alienta a encontrar métodos creativos para neutralizar amenazas aéreas. Ya se han probado prototipos: uno lanza redes desde el aire para enredar las hélices de drones enemigos; otro utiliza armas de energía dirigida que incendian drones al instante. Todo esto ocurre en un polígono de pruebas llamado “The Sandbox”, en Suffield, Alberta.
Contra el bloqueo de señales: Drones con fibra óptica
La guerra electrónica también se ha vuelto clave. Con señales de radio y GPS fácilmente bloqueadas en combate, Rusia fue pionera en usar cables de fibra óptica para controlar drones, evitando interferencias. Ucrania ha seguido el ejemplo con drones equipados con bobinas de hasta 50 kilómetros de cable. Esto, a su vez, ha impulsado el desarrollo de contramedidas más sofisticadas.
“Las interferencias por radio ya no son suficientes”, dice Philip Reece, CEO de InDro Robotics, una de las empresas líderes en el ecosistema canadiense. “Ahora se necesitan respuestas cinéticas y sistemas más avanzados.”
Tierra, mar y aire: Drones para todos los terrenos
El impulso de Canadá no se limita al cielo. La Marina ha adaptado su dron naval Hammerhead, convirtiéndolo en una unidad de ataque marino equipada con explosivos. Además, se están desarrollando drones terrestres rápidos que pueden trabajar coordinadamente con drones aéreos para reconocimiento y establecer redes de comunicación seguras.
Incluso se están explorando UAVs de tamaño medio capaces de evacuar heridos o llevar suministros a zonas de combate. Según Labbé, “las operaciones ucranianas con drones navales y misiles antibuque en el Mar Negro demuestran un potencial extraordinario de los sistemas no tripulados”.
¿Una oportunidad europea para Canadá?
Más allá del ámbito militar, los drones podrían abrir la puerta a que Canadá entre en acuerdos de defensa con Europa, si logra posicionar sus desarrollos como atractivos para los ejércitos del continente.
Reece ve el momento como una encrucijada: “Ahora es el punto de inflexión entre drones, robótica e inteligencia artificial. Canadá está bien posicionada: tenemos el talento, la tecnología y la necesidad”.
Uno de los factores que le da ventaja al país es la postura proactiva de Transport Canada, que ha generado un entorno regulatorio favorable para el uso comercial y militar de drones. “Si mantenemos el ritmo con la IA y seguimos liderando en robótica y drones, podemos convertirnos en una potencia global”, afirma Reece.
De observadores a protagonistas
Canadá ya no quiere ser simplemente un espectador en la carrera por el dominio tecnológico militar. Inspirado por la eficiencia ucraniana, presionado por un entorno geopolítico incierto y respaldado por una industria creativa y descentralizada, el país está sentando las bases de una nueva era de defensa.
“Los drones están nivelando el campo de batalla”, concluye Tom Barton, analista de defensa en Londres. “Para un país como Canadá, con enormes fronteras que proteger, pueden ser la clave de una defensa eficaz, ágil y sostenible.”
Crédito fotográfico: National Post