Xi, Putin y Kim: La trilogía del poder que encabeza el desfile militar en Pekín

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THE LATIN VOX (3 de septiembre de 2025). Por Daniela Medina.

Bajo un cielo grisáceo, marcado por el olor del humo de pólvora y el rugido de los motores de guerra, China celebró en la Plaza de Tiananmen uno de los desfiles militares más imponentes de su historia reciente.

El evento, convocado para conmemorar el 80.º aniversario de la victoria contra Japón en la Segunda Guerra Mundial, trascendió con creces el ámbito de una ceremonia conmemorativa: fue, en realidad, un mensaje calculado al mundo sobre la creciente influencia de Pekín y el nacimiento de un nuevo eje de poder global.

En un palco central cuidadosamente dispuesto para las cámaras internacionales, el presidente Xi Jinping estuvo acompañado por dos figuras de enorme carga simbólica: el presidente ruso Vladímir Putin y el líder norcoreano Kim Jong Un.

La imagen, difundida por televisión y replicada en portadas alrededor del mundo, condensó en una instantánea la reconfiguración del tablero internacional: una coalición de regímenes autoritarios desafiando, sin disimulo, al Occidente liderado por Estados Unidos.

Un despliegue sin precedentes: Armas futuristas y supremacía tecnológica

El desfile incluyó más de 10000 soldados perfectamente alineados, 400 vehículos blindados, decenas de escuadrones aéreos y un despliegue de armamento de última generación que buscaba impresionar tanto a la audiencia local como a los observadores extranjeros.

Entre los equipos presentados, destacaron:

  • Drones submarinos AJX002 de gran alcance, diseñados para misiones de reconocimiento y ataque en aguas profundas.
  • Misiles hipersónicos con capacidad de evadir sistemas antimisiles occidentales, presentados como la “punta de lanza” de la disuasión china.
  • Misiles intercontinentales DF-61, con capacidad nuclear, capaces de alcanzar territorio estadounidense en cuestión de minutos.
  • Armas láser y de energía dirigida, hasta hace poco consideradas prototipos futuristas.
  • Robots caninos armados y drones terrestres autónomos, que reforzaron la narrativa de China como pionera en la integración de inteligencia artificial en la guerra moderna.
  • Aviones furtivos J-20 volando en formación, símbolo del poder aéreo chino frente a la supremacía tradicional de EE. UU.

El mensaje implícito fue claro: China ya no solo compite en la economía global, también lo hace en el terreno militar-tecnológico, y está lista para ocupar un lugar de paridad con Washington y Moscú.

El simbolismo de los invitados: Un frente autoritario en construcción

La presencia de Putin y Kim Jong Un elevó el evento de una conmemoración nacional a un acto internacional de alto voltaje político.

  • Para Putin, la visita representó un gesto de desafío tras años de aislamiento diplomático y sanciones por la guerra en Ucrania. Mostrarse junto a Xi en un evento globalmente transmitido reafirmó que Rusia aún cuenta con aliados estratégicos.
  • Para Kim Jong Un, el desfile fue la oportunidad de legitimar su liderazgo en un escenario internacional, posicionando a Corea del Norte como socio indispensable en el nuevo bloque asiático.
  • Para Xi Jinping, tener a ambos líderes a su lado fue un triunfo diplomático que consolidó la imagen de Pekín como centro de gravedad de las resistencias al orden occidental.

Las imágenes contrastaron con las ausencias: ningún líder occidental acudió al evento, subrayando la división creciente entre un bloque euroatlántico cada vez más cohesionado y una constelación de países que buscan desafiarlo.

Un eco histórico: De Nankín a Tiananmen

El desfile estuvo impregnado de referencias históricas. Xi recordó los horrores de la invasión japonesa en la década de 1930, el sacrificio de millones de chinos y la “victoria obtenida a un precio incalculable”. La narrativa oficial vinculó esa resistencia pasada con la fortaleza actual del país: “China no volverá a ser humillada jamás”, proclamó Xi ante la multitud.

Analistas internacionales compararon la ceremonia con los célebres mítines de Núremberg en la Alemania nazi: un espectáculo visual diseñado para proyectar unidad, disciplina y un poder casi místico del Estado.

El simbolismo fue tanto interno reafirmar la cohesión nacional como externo recordar al mundo que China ha aprendido de la historia y ahora aspira a liderarla.

Reacciones internacionales: preocupación, cautela y advertencias

La demostración de poder militar no pasó desapercibida en las capitales occidentales:

  • En Washington, funcionarios del Pentágono advirtieron que China está acelerando una carrera armamentista en Asia con implicaciones globales.
  • En Tokio y Seúl, aliados tradicionales de EE.UU., el desfile fue visto como una advertencia velada sobre el futuro de la seguridad regional.
  • En Bruselas, diplomáticos europeos expresaron preocupación por la creciente alianza “autoritaria” y por la falta de canales efectivos de diálogo con Pekín.

Sin embargo, algunos países del Sur Global, en particular en África y América Latina, celebraron la ceremonia como prueba de que “el mundo ya no es unipolar” y de que existen alternativas al dominio occidental.

Una nueva era multipolar

El desfile no solo fue un espectáculo militar. Fue, sobre todo, una declaración política: el mundo ha entrado en una era multipolar irreversible. China ya no oculta su aspiración de ser potencia hegemónica en Asia y competidor directo de Estados Unidos a nivel global.

La presencia conjunta de Xi, Putin y Kim cristalizó lo que algunos analistas llaman la “Troika de Tiananmen”, un bloque emergente de naciones dispuestas a desafiar el orden establecido después de 1945.

La gran incógnita ahora es si este frente autoritario podrá sostenerse en el tiempo y hasta qué punto el desfile de Pekín marca el inicio de una nueva Guerra Fría, esta vez con un epicentro asiático.

Un mensaje para la historia

Lo ocurrido en la Plaza de Tiananmen en septiembre de 2025 será recordado no solo como un aniversario bélico, sino como un punto de inflexión en la historia contemporánea. China no solo mostró armas, mostró también una visión de futuro: un mundo donde ya no hay una sola superpotencia, sino varios polos de poder enfrentados.

Con Putin y Kim a su lado, Xi envió un mensaje inequívoco: el siglo XXI no será escrito únicamente en Washington ni en Bruselas; Pekín también empuña la pluma.

Fuente: CBC News

Foto: La Voz de Galicia


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