México: Los influencers se convierten en blancos mortales del cartel de Sinaloa

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THE LATIN VOX (4 de septiembre del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

La guerra que sacude al cartel de Sinaloa ya no se libra solo con armas, sangre y territorios. También se combate en las redes sociales. Y ahora, los influencers —convertidos en símbolos de poder, riqueza y lealtades dudosas— han comenzado a pagar con sus vidas.

En enero de este año, una lluvia de panfletos arrojados desde un helicóptero sobrevoló los cielos de Culiacán. Los folletos mostraban los rostros de 25 influencers y músicos a los que se acusaba públicamente de colaborar con el crimen organizado, específicamente con los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Cuatro de esos rostros ya tenían el sello: “ELIMINADO”. Hoy, ya van seis.

El caso más reciente fue el de Camilo Ochoa, exnarco y YouTuber, abatido a balazos el pasado 17 de agosto en el estado de Morelos, lejos de su natal Sinaloa. Su ejecución no fue un hecho aislado, sino parte de una tendencia cada vez más visible: la transformacn del influencer en objetivo militar.

Influencers en la mira: ¿Propaganda o lavado de dinero?

Lo que antes era admiración por su vida de lujos —autos deportivos, joyas, relojes de diseñador y amistades peligrosas— ahora es una sentencia de muerte. Según expertos y autoridades, algunos influencers están siendo utilizados por los cárteles como herramientas de blanqueo de capitales, y aún más relevante, como instrumentos de propaganda.

“Los cárteles tienen sus propios departamentos de relaciones públicas”, explica Salvador Mejía, abogado especializado en finanzas ilícitas.
“Lo que estamos viendo es una máquina de propaganda que opera tanto en el mundo real como en el digital.”

Estos influencers, con millones de seguidores en Instagram, TikTok o YouTube, no solo representan una vía para lavar dinero. También moldean la percepción del crimen entre los jóvenes: narcocultura en clave de likes y seguidores.

La guerra interna del cartel que lo cambió todo

La violencia estalló con fuerza tras la detención en julio de 2024 de Ismael “El Mayo” Zambada, cofundador del cartel de Sinaloa, en una pista de aterrizaje en Texas. Según versiones cercanas al caso, fue traicionado por uno de los hijos de El Chapo, con quien compartía el liderazgo.

Desde entonces, los hijos de ambos líderes —los Zambada y los Guzmán— están en guerra abierta. Una guerra que ya ha dejado casi 2000 muertos y que ha extendido su alcance desde las zonas rurales de Sinaloa hasta las redes sociales y otros estados del país.

Los panfletos lanzados en Culiacán parecen haber sido obra de la facción de Mayito Flaco, hijo de El Mayo, quien acusa a los influencers de lavar dinero para los “Chapitos”. Las marcas que han dejado tras sus ataques lo confirman: las siglas “MF” grabadas en pavimentos o muros, como advertencia silenciosa… o sentencia.

El caso de Markitos Toys: De estrella de redes a fugitivo digital

Uno de los nombres más destacados en esa lista fue el de Markitos Toys, un joven de 26 años con millones de seguidores y un estilo de vida digno de una estrella de reguetón. Su cercanía con figuras vinculadas al clan Guzmán, y su ostentación constante de riqueza, lo colocaron en el centro del huracán.

Desde la difusión del panfleto, Markitos ha evitado pisar Sinaloa. Su casa familiar en Culiacán fue tiroteada, y sus movimientos han sido discretos. A pesar de que ha negado cualquier vínculo con el crimen, medios como Milenio reportaron que forma parte de un grupo de 64 influencers investigados por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) por supuestos nexos con el lavado de dinero a través de ingresos de plataformas inflados artificialmente.

La estrategia sería simple pero efectiva: los cárteles inflan artificialmente las cuentas de ciertos influencers para generar ingresos legales, y parte de ese dinero vuelve a los grupos criminales. Todo queda cubierto bajo la apariencia de monetización por contenido.

Influencers narcos: Entre la fama y la muerte

Lo que antes eran videos de bromas, autos de lujo y fiestas privadas, hoy se leen como mensajes encubiertos, guiños de lealtad o propaganda directa de los cárteles. La línea entre entretenimiento y apología del crimen nunca fue tan delgada.

“Esta es una guerra, y como en toda guerra, la propaganda importa”, resume Javier Llausas, director de la ONG Construyendo Espacios para la Paz en Sinaloa. “Estos influencers no solo transmiten mensajes: son los mensajes.”

La estrategia no es nueva. Los cárteles llevan años utilizando medios visuales —desde narcomantas hasta videos de ejecuciones— como formas de comunicación. Lo que ha cambiado es el canal: ahora es TikTok, Instagram o YouTube.

Un conflicto que trasciende las balas

La guerra en Sinaloa se libra en ranchos y montañas, pero también en timelines y algoritmos. En este nuevo campo de batalla, los likes pueden ser tan peligrosos como las armas. Y los influencers, antes admirados por millones, son ahora piezas en un ajedrez letal donde un solo movimiento en falso puede terminar con su vida.

Mientras tanto, la sociedad mexicana —y la comunidad internacional— observa con creciente alarma cómo el narco se infiltra, no solo en los gobiernos, sino también en la cultura digital de una generación entera.

Crédito fotográfico: The Dallas Morning News


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