
THE LATIN VOX (2 de octubre del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
El cierre del gobierno estadounidense entró este jueves en su segunda jornada con un tono inusualmente confrontacional desde la Casa Blanca.
Lejos de presentar el parón administrativo como una crisis que requiere una solución urgente, el presidente Donald Trump lo celebró como una “oportunidad sin precedentes” para reestructurar el aparato federal, despedir empleados públicos y recortar fondos destinados a proyectos en estados gobernados por demócratas.
“Hoy me reúno con Russ Vought, el arquitecto de Project 2025, para decidir qué agencias demócratas, la mayoría de ellas un fraude político, deben ser eliminadas y si esos recortes serán temporales o permanentes”, escribió Trump en su red social Truth Social. El mandatario añadió: “No puedo creer que la izquierda radical me haya dado esta oportunidad única”.
Fondos congelados y enfrentamiento con Nueva York y estados demócratas
El director de la Oficina de Presupuesto, Russ Vought, confirmó que se han bloqueado unos 18,000 millones de dólares destinados a proyectos de infraestructura en Nueva York, incluidos la ampliación de la línea de metro de la Segunda Avenida en Manhattan y el túnel bajo el río Hudson hacia Nueva Jersey.
Según Vought, esas iniciativas estaban contaminadas por “principios inconstitucionales de diversidad, equidad e inclusión”.
La reacción fue inmediata. Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, los dos demócratas de mayor rango en el Congreso y ambos neoyorquinos, acusaron a Trump de “usar a los trabajadores como daños colaterales en su interminable campaña de caos y venganza”.
Otros 8,000 millones de dólares fueron congelados en 16 estados gobernados por demócratas, bajo la etiqueta de “fondos del Green New Scam”, un guiño despectivo al programa climático de la oposición. El senador Adam Schiff, de California, denunció que el presidente “está castigando ilegalmente a sus enemigos políticos” y advirtió que se trata de “una señal alarmante del deterioro de la democracia”.
Despidos masivos en el horizonte
Más allá de los recortes presupuestarios, la Casa Blanca confirmó que los despidos de empleados federales son inminentes. A diferencia de cierres anteriores, en los que los trabajadores eran suspendidos temporalmente con la promesa de recibir pagos retroactivos, esta vez se habla de cesantías permanentes.
Patty Murray, demócrata de alto rango en el Comité de Apropiaciones del Senado, acusó al presidente de “usar a la gente como fichas de negociación” y calificó la estrategia como “enferma y cruel”.
Incluso algunos republicanos expresaron reservas. El senador Kevin Cramer, de Dakota del Norte, señaló a CNN: “No me gusta desperdiciar capital político cuando tenemos la ventaja moral. Despedir a miles de trabajadores no es el camino para aprovechar esta situación”.
Congreso paralizado, país en incertidumbre
Mientras tanto, el pulso político en el Capitolio sigue estancado. Los republicanos de la Cámara de Representantes aprobaron un plan de financiación hasta el 21 de noviembre, pero se necesita respaldo demócrata en el Senado para superar el umbral de 60 votos. Ninguna de las partes muestra disposición a ceder.
El presidente de la Cámara, Mike Johnson, fue categórico: “Literalmente no tengo nada que negociar”.
En las calles, el impacto aún es desigual. Parques nacionales y museos Smithsonian siguen abiertos, aunque con servicios reducidos, mientras el futuro de miles de trabajadores federales y proyectos clave en todo el país queda en suspenso.
La pregunta que flota en Washington es si este cierre será un episodio breve de presión política o el inicio de un experimento más amplio de Trump para redibujar el papel del gobierno federal, con los empleados públicos y los estados demócratas como principales damnificados.
Crédito fotográfico: BBC News