Madagascar: el presidente Andry Rajoelina huye del país en medio de protestas juveniles y rebelión militar

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THE LATIN VOX (14 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina. 

En una jornada que quedará marcada en la historia política de Madagascar, el presidente Andry Rajoelina ha abandonado el país tras perder el respaldo de una unidad militar clave que se sumó a protestas juveniles masivas. Las manifestaciones, impulsadas por el movimiento “Gen Z Madagascar”, comenzaron por fallas en servicios básicos pero se transformaron en un clamor por su renuncia, en medio de denuncias de corrupción, crisis económica y gobernabilidad fallida. El episodio ha derivado en una crisis institucional y una toma de poder militar que deja un vacío de autoridad incierto.

Origen de las protestas: del mal servicio a la demanda de cambio

Las manifestaciones estallaron el 25 de septiembre de 2025 en la capital, Antananarivo, como reacción a cortes frecuentes de electricidad y agua, problemas en servicios urbanos vitales para la vida diaria. Pero pronto esos reclamos se expandieron: pobreza persistente, desigualdad, falta de oportunidades, corrupción administrativa y una gestión gubernamental percibida como ausente pasaron a encabezar las exigencias del pueblo.

El movimiento joven “Gen Z Madagascar” se convirtió en núcleo movilizador: redes sociales, acciones en plazas céntricas y convocatoria inmediata de ciudadanos, especialmente de generaciones más jóvenes que sienten que sus expectativas de vida se ven ahogadas por la falta de gobernanza.

Desde el poder, Rajoelina intentó responder con gestos institucionales: disolvió el gobierno, removió ministros y trató de impulsar reformas simbólicas. Pero esos movimientos fueron percibidos como tardíos o insuficientes.

La ruptura militar: CAPSAT se alinea con los manifestantes

El punto de inflexión ocurrió cuando la unidad CAPSAT Corps d’armée des personnels et des services administratifs et techniques, una fuerza militar élite que antaño apoyó a Rajoelina, se declaró aliada de los manifestantes. CAPSAT anunció que no cumpliría órdenes de disparar contra civiles, asumió el control de partes del ejército y respaldó las protestas en plazas claves de Antananarivo.

Según informes, la unidad militar intervino en medios estatales, bloqueó intentos de cierre del canal televisivo público, y acompañó a manifestantes entre la multitud como señal de su apoyo visible. Estas acciones redujeron la capacidad del presidente para controlar el aparato estatal mediante la fuerza.

Al mismo tiempo, una facción de la gendarmería también decidió sumarse al movimiento opositor y rebelde, lo que profundizó el aislamiento militar del gobierno.

Con el desmoronamiento del respaldo militar, la autoridad de Rajoelina quedó virtualmente coartada.

Huida y decreto de disolución del parlamento

El domingo 12 de octubre de 2025, según fuentes militares y de la oposición, Rajoelina salió del país a bordo de una aeronave militar francesa que aterrizó en el aeropuerto de Sainte-Marie, trasladándose luego por helicóptero. Su destino sigue siendo incierto, aunque medios informan que pudo viajar hacia Dubái u otras locaciones internacionales.

En un discurso retransmitido luego en redes sociales, el presidente declaró que huyó para “proteger su vida” ante la escalada militar, pero negó que renunciaría a su mandato.

Desde el exilio momentáneo, Rajoelina emitió un decreto mediante redes sociales para disolver la Asamblea Nacional, en un intento de frenar un eventual voto de destitución que ya estaba siendo impulsado por la oposición. Sin embargo, ese decreto es objeto de controversia legal, pues varios opositores consideran que no respeta procedimientos formales y que carece de validez constitucional.

En respuesta, poco después el parlamento se movilizó para proceder con su juicio político (impeachment), medida que podría formalizar su salida del cargo por “abandono del puesto”.

El coronel Michael Randrianirina, vocero de CAPSAT, se dirigió al país en radio nacional afirmando: “hoy tomamos el poder”, y anunció que se disolverán todos los organismos gubernamentales salvo la Asamblea Nacional, que ya había votado su destitución.

Balance humano y social: muertos, heridos y clima de tensión

Desde el inicio de las protestas, la Organización de las Naciones Unidas ha reportado al menos 22 muertos y más de 100 heridos como resultado de enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden. Las cifras oficiales por parte del gobierno han sido más reservadas.

Las movilizaciones han sido en muchos casos pacíficas, con jóvenes levantando pancartas, marchando en plazas y repeliendo las intervenciones violentas. Pero también ha habido confrontaciones, uso de gases lacrimógenos, barricadas y acciones represivas en algunos barrios.

Además, se han registrado saqueos en zonas comerciales y daños a bienes públicos en medio del caos, como parte de la agitación general.

El malestar social es profundo: en Madagascar, un país con cerca de 30 millones de habitantes en el que aproximadamente tres cuartas partes viven en pobreza, las expectativas de los jóvenes se han ido erosionando frente a promesas incumplidas.

En declaraciones públicas, muchos manifestantes han reprochado que mientras el gobierno se queja de mantener el poder, la vida real de la población está marcada por la inestabilidad, la escasez de servicios y la falta de oportunidades.

Escenarios futuros y riesgos políticos

El panorama luego de la huida del presidente es extremadamente incierto. Algunas posibles líneas futuras:

  • Gobierno militar de transición: CAPSAT y fuerzas aliadas pueden asumir temporalmente el poder hasta convocar elecciones o nombrar una autoridad civil de transición.
  • Impeachment formal y vacancia: si el parlamento logra formalizar la destitución de Rajoelina, podría dejar oficialmente un vacío en la presidencia, traspasando funciones al presidente del Senado o a un organismo interino.
  • Conflictos institucionales: el decreto de disolución de la Asamblea podría ser impugnado en corte constitucional si esta instancia aún mantiene facultades operativas.
  • Presión internacional y mediación: países como Francia, organismos regionales y la ONU podrían intervenir diplomáticamente pidiendo reinstaurar el orden constitucional y facilitar una transición pacífica.
  • Riesgo de violencia o fractura nacional: la división entre facciones leales al antiguo gobierno y los insurgentes puede generar enfrentamientos posteriores, especialmente si no hay garantías claras de protección civil.
  • Sostenibilidad social y reconstrucción: tras la crisis política, quedará el desafío de atender las causas profundas: saneamiento básico, acceso a servicios, reformas institucionales profundas, y reconstruir la confianza ciudadana.

Comparaciones históricas y simbolismo logrado

Este episodio guarda estrecha relación con pasados movimientos en Madagascar. En 2009, una revuelta militar protagonizada por CAPSAT condujo al derrocamiento del entonces presidente Marc Ravalomanana y al ascenso de Rajoelina al poder. La repetición simbólica es ineludible: la unidad que lo elevó ahora lo abandona.

También forma parte de una ola global de protestas juveniles: movimientos similares liderados por la Generación Z han desafiado gobiernos en Nepal, Kenia, Bangladesh y otros países, usando redes digitales para movilizar reclamos por justicia, servicios, transparencia y cambio genuino.

El factor generacional resulta simbólico: jóvenes que exigen no solo mejoras materiales, sino también una voz política real, transparencia, gobernabilidad sustentable y una ruptura con estructuras heredadas que consideran disfuncionales.

Además, la huida del presidente vía un avión militar francés reaviva debates sensibles sobre soberanía, neocolonialismo y la influencia de antiguas potencias en procesos internos de países postcoloniales. Madagascar fue colonia francesa, y la acción de un gobierno europeo en su crisis nacional no puede dejar de observadores en el continente africano con suspicacia.

Fuente: /www.theglobeandmail.com

Foto: Google fotos


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