
THE LATIN VOX (16 de octubre de 2025).- Por Daniela Medina.
Menos de una semana después de asumir la presidencia, el mandatario peruano José Jerí enfrenta una nueva tormenta política: una bancada de legisladores de izquierda presentó una moción de vacancia contra su gobierno, acusándolo de “incapacidad moral” en medio de protestas masivas, una muerte confirmada durante enfrentamientos con la policía y un clima de indignación social que parece intensificarse.
El episodio refleja lo volátil que es la política peruana en este momento. Jerí, quien emergió como presidente interino tras la destitución de Dina Boluarte por el Congreso, ya aparece con el respaldo muy debilitado de parte de la ciudadanía y enfrentando cuestionamientos internos. Mientras tanto, la izquierda política apunta no sólo a su legitimidad, sino a la responsabilidad del Estado frente al uso de la fuerza.
De dónde viene Jerí y el contexto inmediato
El relevo presidencial
El 10 de octubre de 2025, el Congreso peruano aprobó la vacancia presidencial de Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente” con una votación unánime (124 votos). Jerí, entonces presidente del Congreso, fue juramentado de inmediato como presidente interino para completar el mandato que culmina en julio de 2026.
Su llegada fue rápida, en un ambiente no amistoso: la crisis de seguridad, los escándalos de corrupción y la baja aceptación política de Boluarte habían disparado el descontento social. Jerí asumió en medio de esa tensión, con la expectativa de calmar la situación y demostrar gobernabilidad.
La moción contra Jerí y las causas alegadas
La moción presentada por legisladores de izquierda denuncia que durante las protestas recientes la policía admitió haber disparado contra manifestantes, causando al menos una muerte. Esa acción, dicen los firmantes, demuestra que el gobierno ha vulnerado derechos humanos básicos y carece de legitimidad moral para seguir en el cargo.
Además, la moción es presentada apenas días después de que Jerí sobreviviera a un intento de vacancia y mientras el país estallaba en protestas generalizadas. En ese contexto, los autores de la moción apuestan por una salida institucional que no dependa sólo del apoyo parlamentario, sino de la presión social y del clamor ciudadano.
Las protestas, la muerte y el ambiente de crisis
La muerte del manifestante
Durante las manifestaciones, se confirmó que al menos una persona identificada como Eduardo Mauricio Ruiz, de 32 años falleció tras recibir un disparo, aunque la Fiscalía peruana aún investiga quién fue responsable. La Defensoría del Pueblo confirmó la defunción y emitió medidas preliminares para investigar el hecho.
Jerí condenó la muerte públicamente y comprometió una investigación “objetiva”, aunque también acusó a “delincuentes infiltrados” de distorsionar las protestas.
Protestas masivas y enfrentamientos
Miles de manifestantes se volcaron a las calles exigiendo la salida del nuevo presidente, mayor control del crimen, justicia y nuevas elecciones. Los choques ocurrieron frente al Congreso en Lima, donde la policía respondió con gases lacrimógenos; los manifestantes lanzaron piedras, fuegos artificiales y bloquearon vías.
Según las autoridades, 55 policías y 20 civiles resultaron heridos durante los enfrentamientos. La tensión fue especialmente elevada en zonas céntricas del poder político capitalino.
Este estallido social refleja un malestar profundo con la clase política peruana, que ha sufrido múltiples crisis de gobernabilidad en los últimos años, con cambios frecuentes de presidentes, denuncias de corrupción y una amenaza latente a las instituciones democráticas.
Reacción de Jerí, parlamentarios y escenarios posibles
Jerí se aferra al cargo y promete gobernar
Ante la moción, Jerí declaró que no renunciará y señaló que su responsabilidad es preservar la estabilidad nacional. Exigió disciplina institucional y aseguró que actuará con legalidad. También reveló que el Ejecutivo solicitaría mayores facultades para combatir el crimen, una prioridad declarada de su gobierno.
Para reforzar su posición política, Jerí designó como primer ministro a Ernesto Álvarez Miranda, un abogado conservador que se espera aporte respaldo institucional frente al alboroto social.
Los desafíos parlamentarios
La moción debe reunir el número mínimo de firmas y pasar un filtro inicial antes de debatirse formalmente en el Congreso. No está claro si la bancada de izquierda cuenta con apoyo suficiente para avanzar el proceso, aunque el contexto de indignación social podría inclinar la balanza hacia su favor.
El Congreso peruano, tradicionalmente fragmentado y alineado con intereses electorales variables, puede jugar un rol decisivo: si algunos partidos que apoyaron la destitución de Boluarte cambian de posición, la moción podría prosperar.
Escenarios futuros
- Vacancia aprobada y transición forzada
Si la moción logra los votos necesarios, Jerí sería destituido antes de lo previsto, lo que conducirá a una crisis institucional profunda y posiblemente a un gobierno provisional. - Rechazo parlamentario pero intensificación social
Aunque Jerí sobreviva la votación, el respaldo popular podría condenarlo al desgaste, erosionando su poder y obstaculizando la gobernabilidad. - Negociaciones y concesiones políticas
Para sobrevivir, Jerí podría acordar reformas, convocar elecciones anticipadas o relevar políticos frágiles para apaciguar protestas. - Disparos de escalada autoritaria
En un contexto extremo, frente al caos social, el Ejecutivo podría intentar declarar estado de emergencia, suspender garantías o restringir manifestaciones, lo cual generaría fuertes condenas nacionales e internacionales.
Significado político y lecciones latinoamericanas
Este episodio pone al descubierto varias dinámicas que atraviesan la política latinoamericana:
- Fragilidad institucional: los gobiernos emergentes pueden ser muy vulnerables, incluso días después de asumir el poder.
- Sociedad movilizada: la capacidad de protesta popular, especialmente entre las generaciones jóvenes, actúa como contrapeso inmediato al poder político débil.
- Demanda de legitimidad real: en muchos casos, asumir el cargo no es suficiente; los nuevos presidentes deben demostrar competencia, honestidad y cercanía con la sociedad.
- El discurso de seguridad no basta: muchos mandatarios emergen prometiendo mano dura contra el crimen, pero sin reformas estructurales, esas promesas colisionan con realidades institucionales endebles.
Fuente: www.bloomberg.com
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