En Toronto, “LRT” es palabra tabú: resistencia, polémicas y el tránsito que no llega

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THE LATIN VOX (17 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.  

En la capital transitable de Ontario, la sigla LRT (Light Rail Transit, tren ligero) se ha vuelto casi una mala palabra. Para muchos residentes, políticos y urbanistas, evocar el LRT despierta frustración, escepticismo y recuerdos de promesas incumplidas. Una historia que atraviesa décadas de debates sobre movilidad urbana, prioridades presupuestarias y visiones divergentes para el crecimiento de la ciudad.

Aunque Toronto ha aprobado varios proyectos de LRT y líneas modernas de tránsito, cada nuevo anuncio suscita críticas feroces, demoras burocráticas y cuestionamientos sobre su ejecución. En esta nota exploramos las raíces de esa resistencia, los desafíos técnicos y políticos y qué dicen los defensores del LRT frente a la creciente desconfianza.

El trasfondo del debate: proyectos prometidos, cancelados o dilatados

La saga del “Transit City” y los planes originales

Toronto comenzó su ambición moderna de expandir el transporte de superficie con el proyecto Transit City, anunciado en 2007, que proponía múltiples líneas de LRT que atravesarían la ciudad en corredores como Sheppard East, Finch West y Eglinton.

Sin embargo, varios de esos planes fueron cancelados, replanteados o postergados. Bajo la administración del exalcalde Rob Ford en 2010, partes del proyecto fueron eliminadas con la frase “no construiremos más vías sobre nuestras calles”.

Algunas líneas, como Eglinton y Finch West, sí avanzaron bajo nuevos esquemas de financiamiento y participación provincial-federal, pero siempre con sobrecostos, retrasos y disputas políticas persistentes.

Olvidos, rechazos y temor a la construcción

Para muchos ciudadanos, el LRT conlleva imágenes de obras interminables, cierres viales prolongados, costosas interferencias al comercio local y demoras que prolongan la vida útil de las congestiones existentes. Cada nueva propuesta revive esos traumatismos urbanos.

Además, en comités vecinales y distritos afectados, se escuchan voces que argumentan que los beneficios prometidos —tiempos de viaje reducidos, reactivación económica local— no siempre se materializan o son demasiado lejanos en el tiempo.

La resistencia se nutre también de la asimetría entre las zonas centrales y los suburbios: muchas áreas marginadas sienten que serán las últimas en beneficiarse, mientras soportan los impactos de la construcción.

Las críticas más frecuentes: qué le reclaman al LRT

  1. Costos excesivos y desbordes presupuestarios
    Los proyectos LRT han sufrido ajustes al alza, contingencias no previstas y debates sobre quién cubre el financiamiento entre municipio, provincia y federal.
  2. Demoras inevitables y plazos injustificables
    Cada línea nueva ha tardado años más de lo anunciado. Para muchos ciudadanos, los procesos de planificación, permisos y aprobación burocrática se vuelven eternos.
  3. Interrupciones urbanas y disrupción comercial
    Obras que bloquean calles, desvían tránsito, afectan negocios locales y generan incomodidad vecinal prolongada.
  4. Eficacia cuestionada frente a alternativas
    Críticos sostienen que abordar la congestión urbana podría requerir inversiones en transporte público subterráneo (metro), mejoras del bus rápido (BRT), teletrabajo, densificación inteligente, antes que apostar a líneas superficiales costosas.
  5. Impacto desigual
    En algunas zonas, el LRT puede traer desarrollo e incremento inmobiliario; en otras, pocas mejoras. A veces, las comunidades de bajos ingresos no perciben impactos tangibles.
  6. Desconfianza institucional
    La memoria colectiva de promesas incumplidas alimenta una resistencia de base: antes de creer en nuevos anuncios, muchos demandan pruebas previas de entregas exitosas.

Los defensores del LRT: argumentos y esperanzas

Pese al escepticismo, el LRT cuenta con defensores que sostienen que tiene ventajas estructurales frente al uso exclusivo del automotor:

  • Capacidad y frecuencia: un LRT bien diseñado puede transportar muchos pasajeros con alta frecuencia y menor consumo energético por usuario.
  • Reducción de emisiones: al sustituir viajes en automóvil, contribuye a objetivos de cambio climático, calidad del aire y sostenibilidad urbana.
  • Catalizador urbano: con estaciones bien ubicadas, puede estimular la regeneración urbana, comercio local, densificación y accesibilidad.
  • Escalabilidad incremental: permite extender redes sin recurrir a túneles caros, ideal para ciudades medianas que no pueden costear subterráneos completos.
  • Conectividad: puede actuar como complemento funcional de redes de metro, autobuses y sistemas regionales, integrando modos para una movilidad fluida.

Los defensores suelen pedir que los gobiernos aprendan del pasado, mejoren los procesos de planificación, escuchen a los distritos afectados y sean realistas en plazos y costos.

Panorama actual: proyectos en marcha y controversias activas

  • La línea Eglinton es uno de los casos más visibles de LRT en operación en Toronto aunque con extensiones y debates constantes.
  • Se ha propuesto el LRT del este de Eglinton (EELRT) como expansión hacia Scarborough/Malvern, bajo el control municipal del TTC, con cálculo estimado de unos 18,6 km y múltiples estaciones.
  • Proyectos antiguos cancelados como el Jane LRT siguen presentes en los planes estratégicos, aunque rezagados o sin financiamiento seguro.

Estos ejemplos ilustran la tensión entre planificación de largo plazo y la necesidad de mostrar avances tangibles para recuperar la confianza pública.

¿Qué debe cambiar para que “LRT” deje de ser una mala palabra?

  1. Transparencia total en costos y cronogramas
    Publicar estimaciones realistas, desglosadas y reguladas, con auditorías externas.
  2. Participación ciudadana efectiva
    Incorporar a comunidades locales en el diseño, mitigación de impactos y monitoreo continuo.
  3. Mitigación de construcción
    Protocolos para minimizar cierres de calles, accesibilidad comercial provisional, compensaciones locales.
  4. Planificación integrada de transporte
    Asegurar que el LRT no sea un sistema aislado, sino insertado en redes intermodales (metro, bus, ciclovías).
  5. Fases realistas y entregas progresivas
    Construir por secciones funcionales que empiecen a operar temprano, no esperar a inaugurar todo el tramo completo.
  6. Compromiso político sostenido
    Que los gobiernos locales, provinciales y federales mantengan continuidad incluso luego de cambios electorales, para evitar cancelaciones intempestivas.

El LRT, espejo de la confianza urbana

Que “LRT” sea para muchos torontonianos una palabra cargada de escepticismo no es casualidad: es producto de décadas de promesas postergadas, costos que exceden, molestias prolongadas y poca entrega visible. Pero ese rechazo no necesariamente debe ser permanente: con mejor gobernanza, visión integrada y responsabilidad política, el tren ligero puede transformarse en un símbolo de movilidad colorida en vez de una quimera frustrante.

Toronto sigue atrapada entre su ambición de ciudad moderna y la memoria de apuestas fallidas. El LRT no tiene por qué encarnar solo deuda simbólica: puede convertirse en motor real de transformación urbana si antes se gana la confianza ciudadana.

Fuente: www.theglobeandmail.com

Foto:Google fotos


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