
THE LATIN VOX (28 de octubre del 2025).- Por Daniela Medina.
En un contexto comercial cada vez más áspero entre Canadá y Estados Unidos, las provincias canadienses están comenzando a sentir de forma más pronunciada el impacto de los aranceles impuestos por Washington. Según un análisis reciente, cada provincia tiene al menos una industria particularmente vulnerable al alza de tarifas y la situación abre un dilema profundo: cómo redistribuir el coste político y económico de una disputa comercial que afecta al país en su conjunto.
Una relación comercial crítica y vulnerable
Canadá y Estados Unidos poseen una de las relaciones bilaterales más densas del mundo: según estimaciones del gobierno canadiense, más del 80 % de las exportaciones canadienses se dirigen al mercado estadounidense. Esta dependencia hace que cualquier cambio de política arancelaria en Washington tenga repercusiones inmediatas en regiones, industrias y empleos canadienses.
Recientemente, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó con imponer aranceles adicionales de hasta el 10 % sobre bienes canadienses tras que una provincia canadiense difundiera un anuncio con el expresidente Ronald Reagan criticando los aranceles. Este episodio ha generado una ola de inquietud entre las provincias exportadoras que ya estaban evaluando escenarios de contingencia.
Industrias provinciales bajo el microscopio
El análisis identifica que las provincias están siendo golpeadas de forma heterogénea, dependiendo de su especialización productiva:
- En Ontario, la industria automotriz y de autopartes se encuentra en una situación crítica ante posibles aranceles sobre automóviles y camiones exportados desde Canadá. La fuga de producción hacia EE. UU. ya es un signo de alerta.
- En la Columbia Británica, el sector forestal (madera contrachapada, aserraderos) se enfrenta nuevamente a tarifas estadounidenses sobre productos madereros canadienses, lo que pone en riesgo empleos en regiones rurales.
- En Quebec, la manufactura pesada, aluminio y papel están expuestas al vaivén arancelario, lo que hace temer un retroceso de inversiones si la región no encuentra nuevas vías de exportación.
- En provincias atlánticas como Nuevo Brunswick o Terranova, industrias como la pesquera y de procesamiento de alimentos, con destino al mercado estadounidense, están siendo vigiladas con atención para detectar primeros efectos del endurecimiento comercial.
Esta diversificación de vulnerabilidades implica que no existe un “producto canadiense” único en riesgo, sino múltiples frentes regionales que deben ser considerados en la estrategia nacional de comercio.
¿Por qué ahora y qué ha cambiado?
Varios factores explican la elevación del riesgo comercial:
- El segundo mandato de Donald Trump ha mostrado una mayor disposición a usar los aranceles no solo como instrumento económico, sino como herramienta de presión estratégica.
- Canadá ha acumulado déficits comerciales significativos con EE. UU. en algunos sectores clave, lo que brinda a Washington una mayor palanca.
- Las cadenas de suministro transfronterizas —por ejemplo en automoción, piezas que cruzan varias veces la frontera hacen que los aranceles tengan un efecto multiplicador en Canadá, tanto en costos como en inversión futura.
- Las provincias comenzaron a mostrar públicamente su descontento algunos gobiernos provinciales han lanzado campañas de defensa industrial, y en ciertos casos han considerado medidas de represalia propias lo que revela que el “coste del arancel” ya no es visto como un asunto federal exclusivo, sino también como una preocupación regional.
Consecuencias en la práctica
Económicas
- Las empresas manufactureras están revisando sus cadenas de valor para determinar si pueden trasladar parte de su producción a EE. U. o a otros mercados; Ontario ya ha visto anuncios de mudanzas de algunas líneas de producción.
- Las provincias exportadoras se enfrentan a un doble golpe: si el mercado estadounidense endurece el acceso, deberán encontrar rutas alternativas de exportación —lo que requiere tiempo, capital y acuerdos— o enfrentarse a recortes.
- Los costos del arancel no siempre recaen en el país emisor: muchas veces, las empresas exportadoras canadienses absorben parte del precio más alto para seguir siendo competitivas, en detrimento de márgenes y empleos.
Políticas
- Se agudiza la tensión entre los gobiernos provinciales y el Ejecutivo federal: mientras este último negocia a nivel internacional, las provincias exponen cada vez más su “vulnerabilidad” doméstica y exigen mayor protección o apoyo.
- Las provincias menos diversificadas exportadoramente pueden reclamar “trato especial” o medidas de compensación del gobierno federal ante el impacto desigual.
- El hecho de que varios gobiernos provinciales hayan considerado políticas de defensa industrial o anuncios públicos marca una fragmentación potencial de la estrategia comercial canadiense: la “línea nacional” corre el riesgo de ser socavada por dinámicas regionales.
Sociales y laborales
- Los trabajadores de industrias afectadas están iniciando campañas de presión, apelando a que sus empleos están en riesgo si el mercado estadounidense cambia las condiciones.
- Comunidades pequeñas, especialmente rurales o fuertemente dependientes de un solo sector exportador, están ya en alerta ante la posibilidad de crisis local si se materializan los aranceles y si no encuentran reemplazo de mercado.
- La percepción pública comienza a variar: mientras algunos ciudadanos aceptan los aranceles como parte del costo de la soberanía comercial, otros los ven como un riesgo directo a su empleo y bienestar económico en el corto plazo.
¿Qué puede hacer Canadá para mitigar el riesgo?
- Diversificación de mercados: Redoblar esfuerzos para que las exportaciones canadienses no dependan tan estrechamente de EE. UU. Asia, Europa y América Latina deben ser prioridades más urgentes.
- Apoyo a las provincias exportadoras: El gobierno federal podría diseñar programas de estímulo para industrias vulnerables (por ejemplo, financiamiento para investigación, diversificación, acceso a nuevos mercados) que estén en provincias con altos riesgos de arancel.
- Negociaciones colectivas más ágiles: Involucrar desde temprano a los gobiernos provinciales en la estrategia de comercio exterior, para que los despachos federales consideren las realidades regionales.
- Preparación interna de cadena de valor: Ayudar a las empresas canadienses a adaptarse a un entorno más incierto: fortalecer sus redes de suministro, reducir dependencia de insumos estadounidenses, aprovechar tratados internacionales.
- Comunicación pública clara: Explicar a la ciudadanía que los aranceles no son “algo lejano”, sino que pueden afectar empleos locales, industrias provinciales y situaciones familiares, para generar un consenso interno sobre la estrategia comercial.
¿Qué escenarios se vislumbran hacia adelante?
- Escenario 1 — Contención y negociación: Canadá logra moderar la escalada arancelaria con EE. UU., evita grandes pérdidas industriales, y las provincias más vulnerables reciben apoyo.
- Escenario 2 — Ajustes duros y realineamiento: Las provincias más expuestas sufren pérdidas, pero esto acelera el cambio de estrategia exportadora canadiense hacia otros mercados.
- Escenario 3 — Dislocación industrial provincial: Industrias clave de ciertas provincias enfrentan crisis de producción o inversión; esto genera desempleo local, migraciones interprovinciales y presión social/fiscal sobre el gobierno federal.
El reciente endurecimiento arancelario dirigido por Estados Unidos ha desenmascarado una realidad canadiense a nivel provincial: las políticas comerciales no son homogéneas, y las vulnerabilidades regionales son reales. Las provincias ya no pueden observar de lejos la disputa Ottawa-Washington: para muchas de ellas, el impacto ya está tocando sus industrias y trabajadores.
Canadá enfrenta así una encrucijada: mantener su tradicional dependencia comercial del vecino del sur, o tomar un camino más estratégico y diversificado que reconozca la heterogeneidad industrial de sus provincias y ataque sus debilidades sectoriales antes de que se conviertan en crisis.
Para las provincias exportadoras, el mensaje es claro: no es solo cuestión de “más comercio”, sino de mejor comercio, más adaptable, con menores riesgos y más múltiple en sus destinos. El país lo está descubriendo de la forma más práctica posible: con empleos, fábricas y exportaciones sobre la mesa.
Fuente: www.cbc.ca
Foto: Google fotos