
THE LATIN VOX (14 de noviembre de 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La propuesta del presidente estadounidense Donald Trump de crear hipotecas a 50 años ha desatado un intenso debate en el sector inmobiliario norteamericano.
Lo que para algunos podría ser un alivio para compradores primerizos, para la mayoría de los expertos no es más que un remedio superficial con riesgos profundos. Y al norte de la frontera, en Canadá, un esquema así sería prácticamente inconcebible.
Trump lanzó la idea esta semana con una imagen comparativa en su red social: Franklin D. Roosevelt bajo el rótulo “hipoteca a 30 años” y él mismo bajo “hipoteca a 50 años”.
El mensaje parecía claro: ofrecer una vía más accesible para entrar al mercado. Incluso Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda, aseguró que préstamos tan extendidos serían “un cambio total de juego”. La Casa Blanca insinuó que la medida podría aliviar la crisis de asequibilidad.
Pero para muchos analistas, el entusiasmo es más bien una ilusión.
Pagar menos ahora… y muchísimo más después
Joseph Gyourko, profesor de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, sintetiza el dilema: “Sí, pagas menos al mes. Pero terminas pagando muchísimo más en intereses”.
Las cifras lo confirman. Según cálculos de Associated Press, quien compre una vivienda promedio en EE.UU. —unos 415200 dólares— acabaría pagando unos 389000 dólares adicionales en intereses si optara por un préstamo a 50 años en lugar de uno a 30.
El motivo es simple: la amortización es tan lenta que durante décadas casi todo el pago mensual se destina exclusivamente a intereses. “A mis propios hijos les diría que no lo hicieran”, remata Gyourko. El problema de fondo, insiste, no es la demanda, sino la falta de oferta de viviendas.
Richard Kent Green, experto en mercados inmobiliarios de la Universidad del Sur de California, tampoco ve una gran mejora: los pagos mensuales apenas bajarían un 2 % o 3 %, dependiendo del interés —y un préstamo tan largo suele tener un interés mayor. Para él, la propuesta es “más un truco que una solución”.
Por qué Canadá ni se lo plantea
Si la idea genera controversia en EE.UU., en Canadá directamente no tendría recorrido. No porque el mercado canadiense esté menos presionado —sufre una crisis de asequibilidad aún más aguda—, sino por la estructura misma del sistema financiero y su aversión al riesgo.
“En Canadá, las hipotecas se renuevan cada cinco años aproximadamente. En EE.UU., los prestatarios pueden mantener la misma tasa durante décadas”, explica Penelope Graham, experta de Ratehub.ca.
La diferencia clave:
- En EE.UU., los bancos empaquetan sus hipotecas y las venden como valores respaldados por hipotecas, repartiendo el riesgo entre inversores.
- En Canadá, los préstamos se apoyan en depósitos reales (cuentas de ahorro y certificados de inversión garantizados), con plazos de riesgo de entre 5 y 10 años.
Esa mecánica hace prácticamente imposible extender amortizaciones seguras a 40 o 50 años.
La historia reciente lo demuestra. En 2007, el gobierno de Stephen Harper permitió hipotecas aseguradas a 40 años. Menos de un año después, a raíz de la crisis financiera estadounidense, Ottawa recortó los plazos.
Con los años, el periodo máximo quedó fijado en 25 años para hipotecas aseguradas y 30 para las no aseguradas. Aunque se flexibilizó ligeramente en 2023 para compradores primerizos, nada apunta a un regreso masivo de amortizaciones largas.
“El gobierno canadiense es claro: cuanto más larga la hipoteca, más riesgosa y más cara”, afirma Graham.
Un límite político y económico claro
Organizaciones como Mortgage Professionals Canada abogan por permitir amortizaciones de 30 años para todos los compradores, pero reconocen que cualquier cambio debe proteger “la estabilidad e integridad del sistema”.
Para el consultor hipotecario Ron Butler, Ottawa seguirá siendo prudente: “No quieren estímulos artificiales que reaviven los precios. Quizás acepten los 30 años para todos, pero hasta ahí. No veremos 40 o 50 años en un futuro cercano”.
¿Solución a la crisis o simple espejismo?
El debate revela una tensión común en Norteamérica: el deseo político de aliviar a los compradores frente a los riesgos sistémicos de modificar reglas delicadas.
Mientras Trump intenta ofrecer una respuesta rápida a la frustración de millones de estadounidenses, los expertos advierten que estos préstamos podrían atrapar a los hogares en deudas más largas y costosas, sin resolver el verdadero cuello de botella: la escasez de vivienda.
En Canadá, la prudencia manda. En EE.UU., el debate apenas comienza. Pero en ambos lados de la frontera una conclusión se repite: una hipoteca más larga no necesariamente significa un camino más corto hacia la propiedad.
Fuente: CBC News
Crédito fotográfico: Getty Images