
THE LATIN VOX (15 de noviembre del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
El quiebre entre Donald Trump y una de sus aliadas más emblemáticas en el movimiento MAGA ya es público y, según todo indica, definitivo. El presidente estadounidense calificó a la congresista por Georgia Marjorie Taylor Greene de “Wacky Marjorie” y anunció que está dispuesto a respaldar a un rival en las elecciones legislativas del próximo año, siempre y cuando —dijo— “aparezca la persona adecuada”.
La ruptura representa un giro dramático para una figura que fue, durante años, uno de los rostros más visibles del trumpismo. Greene portó la clásica gorra roja en el discurso del Estado de la Unión en 2024, cuando Joe Biden todavía era presidente, y actuó como puente entre Trump y numerosos legisladores republicanos del Capitolio.
Un vínculo erosionado por meses de tensiones
La relación venía tensándose desde hacía meses, mientras Greene moderaba parcialmente su perfil político y, al mismo tiempo, se distanciaba del liderazgo republicano. Durante el reciente cierre del gobierno federal, criticó duramente a su propio partido por no ofrecer soluciones a la pérdida de subsidios para seguros médicos.
Trump, irritado, la acusó en redes sociales de haberse ido “muy a la izquierda” y de dedicarse únicamente a “¡QUEJARSE, QUEJARSE, QUEJARSE!”. También afirmó que ya no devuelve sus llamadas: “No puedo atender todos los días la llamada de una lunática despotricando”.
Greene respondió que Trump “me atacó y mintió sobre mí”, y publicó una captura de pantalla de un mensaje que habría enviado horas antes pidiendo la divulgación de los archivos de Jeffrey Epstein. Según la congresista, ese fue el detonante de la furia presidencial: “Es realmente asombroso lo duro que está luchando para impedir que esos archivos salgan a la luz”.
“Yo no adoro ni sirvo a Donald Trump”
La legisladora insistió en que dedicó “demasiado tiempo, demasiado dinero propio y demasiado esfuerzo” a apoyar al presidente, incluso cuando otros republicanos lo abandonaron. Pero ahora, subrayó, la lealtad tiene límites: “Yo no adoro ni sirvo a Donald Trump”.
La disputa coincide con un panorama electoral complejo para el Partido Republicano tras los comicios fuera de ciclo de este mes, donde los votantes de Nueva Jersey y Virginia mostraron su frustración frente al costo de la vida favoreciendo a los demócratas.
Choque sobre prioridades: política exterior vs. problemas internos
La semana pasada, Greene criticó la agenda internacional de Trump, afirmando que recibir a líderes extranjeros “como en una puerta giratoria” no ayuda a los estadounidenses que lidian con precios altos.
Trump replicó que la congresista “ha perdido el rumbo” y defendió su viaje a China para reunirse con Xi Jinping, argumentando que evitó consecuencias negativas para empleos en Georgia y otros estados vinculadas a las restricciones chinas sobre exportaciones de imanes.
El presidente aseguró que “muchas personas” lo han llamado para desafiar a Greene en las primarias y sentenció: “Ha perdido una maravillosa reputación conservadora”.
El largo desencanto y el giro mediático de Greene
El distanciamiento no surgió de la noche a la mañana. Desde mayo, cuando descartó competir por el Senado criticando a donantes y consultores republicanos, el desencuentro se profundizó. En junio, apoyó públicamente a Tucker Carlson después de que Trump lo calificara de “chiflado”, en un momento en que MAGA se dividía por la política hacia Irán.
En las últimas semanas, Greene emprendió una especie de rebranding político, con entrevistas y apariciones en medios que buscan un público menos radical. Estuvo en el podcast del comediante Tim Dillon, donde no descartó una eventual candidatura presidencial en 2028, y luego en programas de alto impacto como Real Time de Bill Maher y The View.
Ese reposicionamiento llevó a algunos analistas a describirla, sorprendentemente, como “razonable”, especialmente cuando criticó al presidente de la Cámara, Mike Johnson, por no convocar a los republicanos a trabajar en un plan de salud.
Un divorcio político con consecuencias impredecibles
La ruptura con Trump podría redefinir la trayectoria política de Greene, pero también recalibrar las dinámicas internas del Partido Republicano. Convertida en símbolo del ala más combativa del trumpismo, su distancia del presidente añade una nueva fractura a un partido ya dividido entre pragmáticos, ultraconservadores y leales absolutos al mandatario.
A menos de un año de las elecciones de medio mandato, la pugna promete consecuencias tanto en Georgia como en el tablero nacional. Lo único seguro es que, después de esta semana, el matrimonio político entre Donald Trump y Marjorie Taylor Greene ha terminado de forma estruendosa —y a la vista de todos.
Fuente: CBC News
Crédito fotográfico: NBC News