Canadá en tensión por un posible nuevo oleoducto: Carney y Smith avanzan hacia un acuerdo estratégico

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THE LATIN VOX (19 de noviembre de 2025).- Por Daniela Medina.

En un momento político y energético crucial para Canadá, el primer ministro Mark Carney y la primera ministra de Alberta, Danielle Smith, están acercando posiciones para impulsar un controvertido proyecto de oleoducto. El plan prevé transportar petróleo crudo desde las arenas bituminosas de Alberta hasta la costa noroeste de la Columbia Británica, con miras a abrir nuevos mercados, especialmente en Asia. Pero no todos los actores están de acuerdo: desde autoridades regionales hasta comunidades indígenas las First Nations costeras han expresado su rechazo, generando un debate nacional sobre economía, soberanía energética y ecología.

1. El impulso de Alberta: un oleoducto como “gran apuesta económica”

Danielle Smith ha sido una firme impulsora del proyecto. Para el gobierno de Alberta, el oleoducto es una pieza clave para diversificar los mercados de exportación de petróleo. Tradicionalmente, la mayoría de las exportaciones canadienses han ido a Estados Unidos, pero la provincia busca romper esa dependencia.

Smith ha propuesto que el oleoducto se construya junto con un ambicioso plan de captura y almacenamiento de carbono, planteado por la Pathways Alliance, una coalición de empresas energéticas. Esta integración, según ella, permitiría reducir la huella de carbono al tiempo que se incrementan las oportunidades de exportación, especialmente hacia Asia.

En declaraciones recientes, Smith manifestó que su gobierno está trabajando con Ottawa para firmar un memorando de entendimiento que contemple no solo la aprobación del oleoducto, sino también reformas legales que incentiven la inversión privada en el sector energético.

Además, Smith ha fijado plazos políticos para presionar al gobierno federal: esperaba un compromiso firme de Carney antes del gran evento deportivo del “Grey Cup” canadiense.

2. La postura de Carney: posibilidad real, pero bajo condiciones

Desde la llegada de Mark Carney al poder, se ha percibido un cambio estratégico. En discursos recientes, Carney ha indicado que no descarta un nuevo oleoducto, pero su aprobación vendrá acompañada de condiciones concretas: debe haber un “beneficio económico material”, un alineamiento con los objetivos climáticos y un apoyo claro a las poblaciones indígenas.

Además, Carney ha señalado que su gobierno no planea cambiar todas las leyes para favorecer la construcción del oleoducto: rechazó que se eliminen por completo regulaciones ambientales clave. También ha enfatizado que su administración está acelerando los procesos de permisos a través de la Oficina de Grandes Proyectos (Major Projects Office), con la finalidad de evaluar propuestas que se consideren de “interés nacional”.

Sin embargo, según fuentes cercanas a las negociaciones, Carney ha condicionado cualquier apoyo firme a la existencia de un plan robusto de descarbonización, como el ofrecido por la Pathways Alliance.

3. La resistencia: First Nations y la costa de la Columbia Británica

No todos los actores están dispuestos a aceptar un nuevo oleoducto. Las First Nations costeras de la Columbia Británica han enviado una carta abierta al primer ministro Carney en la que piden que rechace cualquier propuesta para construir un oleoducto a lo largo de la costa noroeste.

En su misiva, estas comunidades recuerdan la Ley de Moratoria de Buques Petroleros (Oil Tanker Moratorium Act) de 2019, que prohíbe que buques con más de 12.500 toneladas métricas de crudo realicen operaciones de carga o descarga en esa costa. Además, advierten que cualquier derrame podría tener consecuencias desastrosas para uno de los ecosistemas marinos más prístinos y biodiversos, que es fundamental para su cultura, sustento y forma de vida.

La presidenta de la Great Bear Initiative, Marilyn Slett, ha subrayado que no aceptan ningún proyecto que implique tanqueros por sus aguas territoriales: “es un no negociable”, ha dicho.

4. Tensión política: Alberta exige acción, BC se opone

La discrepancia institucional se hace cada vez más clara. Por un lado, Smith acusa al gobierno federal de esquivar su responsabilidad y no comprometerse públicamente con el oleoducto. Señala que Carney debe decidir si apoya una infraestructura que, según ella, es clave para el futuro energético de Alberta.

Por otro lado, el primer ministro de la Columbia Británica, David Eby, ha cuestionado la viabilidad real del proyecto, afirmando que “no hay ruta, ni proponente, ni financiamiento claro”. Eby incluso ha señalado que el planteamiento del oleoducto es más un “producto de relaciones públicas” de Alberta que un plan concreto con soporte serio.

Esta confrontación pone en evidencia las dificultades para lograr un consenso nacional en torno a la infraestructura energética, especialmente en un país tan diverso en intereses provinciales y con una fuerte presencia indígena.

5. Riesgos medioambientales y económicos

El debate no es únicamente político; también hay una fuerte dimensión ambiental. Las First Nations han resaltado la vulnerabilidad de la costa del Pacífico Norte y los riesgos asociados a posibles derrames de petróleo. La experiencia global demuestra que los oleoductos y los tanqueros no están exentos de accidentes, lo que puede causar daños irreparables al medio ambiente.

Por su parte, aunque Alberta promueve la “versión baja en carbono” del proyecto, el costo de construir tanto el oleoducto como el sistema de captura de carbono sería altísimo, y dependerá en gran medida de inversión privada. Si bien Smith insiste en que el modelo de negocio es sólido, algunos analistas advierten que sin un respaldo claro del sector privado o garantías gubernamentales, el proyecto podría no materializarse.

Además, hay una dimensión geopolítica: al abrir rutas hacia Asia, Canadá diversificaría sus exportaciones, reduciendo su dependencia energética de Estados Unidos. Ese paso podría fortalecer la posición de Canadá como actor global en el mercado petrolero, pero también lo expone a mayores críticas internacionales desde sectores ambientalistas.

6. Escenario futuro: ¿un pacto histórico… o un fracaso negociador?

El anuncio de Carney de que nuevos proyectos serán remitidos a la Oficina de Grandes Proyectos sugiere que Ottawa está considerando la propuesta como parte de su estrategia de “nacionalización de infraestructuras prioritarias”.

Para Smith, esta podría ser una oportunidad histórica: si logra integrar la captura de carbono con la exportación de petróleo, se abriría una nueva era para la industria energética de Alberta. Además, un acuerdo favorable con el gobierno de Carney consolidaría su liderazgo político en la provincia, especialmente entre quienes ven el oleoducto como una palanca de crecimiento económico.

Pero para que esto suceda, debe superarse una montaña de obstáculos: debe haber un promotor privado o un consorcio dispuesto a invertir; es imprescindible que Ottawa reforme ciertas leyes que actualmente limitan el flujo de capital; y, crucialmente, se necesita el consentimiento o al menos una mitigación significativa del rechazo de las comunidades indígenas y del gobierno provincial de la Columbia Británica.

De no concretarse, el proyecto podría quedarse en promesa política, generando mayor frustración en Alberta y socavando la credibilidad de Carney entre los electores más críticos. Pero si se logra un pacto, podría ser una de las infraestructuras energéticas más transformadoras de Canadá en décadas.

El posible oleoducto entre Alberta y la costa de la Columbia Británica se ha convertido en un símbolo de las tensiones fundamentales que atraviesa Canadá: crecimiento económico vs. protección ambiental; intereses provinciales vs. soberanía federal; potencial de exportación global vs. responsabilidad local. Las negociaciones entre Carney y Smith están en una fase decisiva. El desenlace tendrá implicaciones profundas no solo para el sector energético, sino también para la identidad política y económica del país.

Fuente:/www.cbc.ca

Foto: Google fotos


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