Contrabando “como si fluyera con salsa”: la crisis en las cárceles de Ontario que sacude al sistema penitenciario

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THE LATIN VOX (08 de Diciembre de 2025).- Por Daniela Medina. 

El sistema penitenciario de Ontario atraviesa una crisis profunda: informes internos, obtenidos por Global News bajo solicitudes de libertad de información, revelan que el contrabando drogas, celulares, cargadores, armas blancas y otros objetos prohibidos circula con regularidad dentro de las cárceles, en medio de hacinamiento extremo, sobrecarga del personal y fallas estructurales que ahora ponen en riesgo la seguridad de internos y guardias.

La metáfora que utilizan algunos funcionarios lo resume crudo: “contrabando fluye como salsa” (“flows like gravy”), subrayando la normalización de un tráfico ilegal dentro de recintos que, en teoría, deberían ser espacios controlados y seguros.

Descubrimientos que exponen un problema sistémico

Un ejemplo particular de esta crisis ocurrió a fines de septiembre de 2023, cuando en una cárcel del norte de Ontario (Fort Frances Jail) guardias penitenciarios encontraron un paquete improvisado cuatro pelotas de tenis envueltas con cinta aislante arrojadas sobre la muralla perimetral. Al abrirlo hallaron cargadores para teléfonos Android y Apple, cigarrillos y una sustancia vegetal que se sospecha era marihuana.

Ese episodio no fue aislado. Un amplio volumen de reportes internos revisados por Global News evidencian decomisos frecuentes de drogas desde metanfetamina a fentanilo armas blancas, teléfonos móviles y cargadores, en centros como los de Kenora, Hamilton-Wentworth, Elgin-Middlesex y Niagara, entre otros.

Por ejemplo: en febrero de 2023 se incautaron 40 gramos de metanfetamina en la cárcel de Kenora; en marzo, 25 gramos de fentanilo en el Hamilton-Wentworth Detention Centre. En diciembre, 3,5 gramos de cocaína fueron hallados en Elgin-Middlesex.

En otro caso particularmente grave, agentes encontraron dentro de los calcetines de un detenido una cantidad considerable de cocaína y fentanilo con un valor estimado en miles de dólares evidenciando cómo el ingreso de contrabando ya no es esporádico, sino sistemático.

Una crisis alimentada por hacinamiento y escasez de recursos

El contrabando en las cárceles de Ontario no debe entenderse como un problema discreto, sino como parte de una crisis estructural. Según sindicalistas y exfuncionarios penitenciarios, las prisiones están sobrepobladas: camas excedidas, celdas compartidas incluso por tres personas en espacios diseñados para dos, suspensión de programas de rehabilitación, y acceso limitado al cuidado médico.

Este contexto genera estrés, agotamiento del personal, y disminuye la capacidad de vigilancia efectiva para detectar objetos prohibidos. Un guardia sindicalizado señalado en el reporte advirtió: cuando el sistema está “quemado” por falta de camas, recursos y personal “el margen de error es mayor”, lo que facilita la circulación de drogas y otros objetos entre internos.

De hecho, los incidentes de violencia contra guardias penitenciarios han aumentado considerablemente: según datos sindicales, los casos de agresiones subieron un 75 % entre 2017 y 2024.

Consecuencias dramáticas: sobredosis, muertes evitables y deterioro del propósito penitenciario

El contrabando no solo representa una violación de normas también pone en riesgo vidas. Un panel de expertos que analizó 186 muertes ocurridas en cárceles de Ontario entre 2014 y 2021 concluyó que casi el 40 % de fallecimientos se debieron a sobredosis por consumo de drogas tóxicas; otro 24 % fue por suicidios. Muchos de estos desenlaces, según el informe, eran “potencialmente evitables”.

El hallazgo masivo de drogas y su circulación diaria demuestra que las políticas de control han fracasado repetidamente. Para muchos especialistas y defensores de derechos humanos, esta crisis revela una pérdida del propósito rehabilitador de las cárceles: lejos de ofrecer reinserción, los centros penitenciarios se han convertido en focos de violencia, adicción y precariedad.

¿Qué responde el gobierno de Ontario? Reformas parciales y promesas insuficientes

Ante la ola de críticas, el gobierno provincial ha anunciado una serie de medidas: planes para mejorar las inspecciones, uso de escáneres corporales, detectores metálicos, unidades caninas, e incluso pruebas piloto de sistemas de detección por dron para evitar el ingreso de paquetes desde el exterior.

Además, se proyecta la construcción de más de 1 000 nuevas camas penitenciarias en los próximos años, con la intención de aliviar el sobrepoblado.

No obstante, para muchos expertos y exfuncionarios esa respuesta no aborda el corazón del problema. Como opina el ex investigador de muertes en cárceles Norman Taylor: «No parece que siquiera lo intenten» un reproche duro al gobierno, que acusa de falta de voluntad real para transformar un sistema que, en sus propias palabras, está “roto”.

Un dilema de seguridad, derechos humanos y reformas urgentes

La crisis del contrabando en las cárceles de Ontario plantea varias preguntas críticas para las autoridades y la sociedad:

  • ¿Puede un sistema penitenciario que permite la circulación de drogas y armas dentro de sus muros seguir siendo considerado seguro y legítimo?
  • ¿Cómo garantizar la salud y derechos de internos en condiciones de hacinamiento, con riesgo de sobredosis y violencia constante?
  • ¿Qué tan viable es una reforma estructural profunda que combine infraestructura, recursos, supervisión real y enfoque en rehabilitación y prevención?

Para organizaciones defensoras de derechos humanos, la respuesta debería implicar no solo más camas y controles, sino una transformación radical del sistema penitenciario: menor hacinamiento, acceso a servicios de salud mental, programas de rehabilitación, y políticas de reinserción social.

Conclusión: una crisis silenciosa que exige atención global

El informe sobre el flujo constante de contrabando en cárceles de Ontario revela que el problema no es episódico, sino sistémico. Lo que debería ser un espacio de contención, rehabilitación y seguridad se ha convertido en un escenario de peligro, adicción y degradación humana.

Mientras los paquetes con drogas, cargadores, celulares o sustancias ilícitas circulan casi cotidianamente, el sistema se tambalea: camas sobrepasadas, personal exhausto, violencia creciente, sobredosis, y muerte.

La crisis en Ontario es, en verdad, una advertencia: muestra lo que ocurre cuando las cárceles pierden su función esencial, y deja en evidencia la urgencia de reformas profundas que recuperen su sentido social y humano. Para Canadá y para cualquier democracia que aspire a justicia y dignidad dejar este problema sin resolución no solo es una falla institucional: es una traición a los derechos humanos fundamentales.

Fuente: globalnews.ca

Foto: Google fotos


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