
THE LATIN VOX (13 de marzo del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Estados Unidos ha vuelto a colocar a las familias inmigrantes bajo detención, reanudando una de las operaciones más deshumanizantes de la política migratoria, con escenas que recuerdan las trágicas imágenes de la primera administración de Trump: niños pequeños aprendiendo a caminar bajo la supervisión de corporaciones privadas de prisiones, y celebraciones de cumpleaños en instalaciones gubernamentales de las que no pueden salir.
Bajo este renovado enfoque de la administración Trump, los niños enfrentan lo que ya se vivió en el pasado: hambre, enfermedades graves como insuficiencia renal o parásitos intestinales, la indiferencia de personal médico contratado, y la incertidumbre sobre cuándo podrán salir de ese sombrío lugar donde todo lo que hacen está vigilado por extraños.
Este panorama no es especulativo; es lo que ocurrió repetidamente durante años cuando las familias inmigrantes fueron detenidas, hasta que la administración Biden suspendió indefinidamente la práctica en 2021, optando por métodos menos invasivos como los brazaletes o aplicaciones de rastreo.
Sin embargo, ahora, con la reactivación de dos centros de detención familiar en Texas, la pesadilla de la detención vuelve a la vida. De hecho, se estima que la empresa privada CoreCivic podría generar unos 180 millones de dólares anuales por estos centros.
Y ya se han reportado al menos tres niños detenidos junto a sus padres en estos centros, marcando un regreso doloroso a las “prisiones para bebés” que, lejos de ser una excepción, se perfila como una política sistemática en el futuro inmediato.
¿Un intento más para disuadir la migración?
Muchos se preguntan si esta reactivación de la detención familiar no será solo otro intento equivocado para disuadir a los inmigrantes de llegar a Estados Unidos. La mayoría de los expertos concuerdan en que la detención familiar no es ni segura ni justa.
La Academia Estadounidense de Pediatría ha advertido que las instalaciones federales de detención “no cumplen con los estándares básicos para la atención infantil”. Además, un informe de la American Bar Association condenó la violación del derecho de los detenidos a recibir asistencia legal.
El Comité Asesor del Gobierno también ha recomendado que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), encargado de la ejecución de la política migratoria, siga la presunción de que la detención no es apropiada ni necesaria para las familias, dado el daño que provoca.
Las historias de abuso son innumerables: una abogada que vio cómo un niño enfermo era evacuado en un avión sin que su madre pudiera acompañarlo, padres que lamentaron cómo su hijo sonriente de siete años se volvió violento después de languidecer en la custodia, y madres que sufrieron abusos sexuales a manos de guardias, son solo algunas de las trágicas vivencias documentadas.
Un giro en la estrategia migratoria: la externalización de la detención
Curiosamente, antes de reabrir las instalaciones de detención en territorio estadounidense, la administración Trump ya estaba privando de libertad a niños a través de la externalización de la detención.
Países como Panamá y Costa Rica fueron presionados para servir como intermediarios y retener a cientos de personas deportadas, incluidos niños, en condiciones precarias. Algunos de estos niños presenciaron cómo sus madres caían desmayadas durante los vuelos de deportación, y otros padecieron enfermedades o lesiones.
Las condiciones en estos centros de detención fuera de los EE. UU. son espantosas. En Panamá, los deportados fueron inicialmente confinados en un hotel vigilado por guardias armados.
En Costa Rica, las familias fueron retenidas en una fábrica abandonada, en donde las condiciones eran tan insalubres que los baños portátiles filtraban sus desechos en las improvisadas viviendas. Mientras tanto, el gobierno panameño parece haberse lavado las manos de la situación, y los deportados no pueden solicitar protección en ese país.
La sombra de la detención familiar vuelve a casa
En las últimas semanas, la administración Trump ha comenzado a reforzar las operaciones dentro de Estados Unidos para arrestar a familias que ya han construido vidas en este país, a menudo convirtiéndose en pilares de sus comunidades. Los fiscales del gobierno están solicitando órdenes de arresto, y la gravedad de los delitos cometidos por muchas de estas familias parece ser irrelevante.
Pronto, muchos estadounidenses podrían notar que sus hijos han desaparecido de las aulas, llevados por una máquina de detención y deportación que se alimenta de los impuestos que todos los ciudadanos pagan.
Las familias enteras serán nuevamente desarraigadas de sus hogares y separadas, una repetición dolorosa de las políticas de inmigración de la era Trump, que han causado un sufrimiento humano masivo y violado derechos fundamentales.
El regreso de las «prisiones para bebés»
El regreso a la detención familiar en Estados Unidos representa un retroceso doloroso para las familias inmigrantes, para las que ya ha quedado claro que la política de separación familiar no es solo una medida cruel, sino profundamente ineficaz.
La reactivación de los centros de detención y el retorno de las condiciones inhumanas a las que muchos niños y padres fueron sometidos en el pasado son un recordatorio escalofriante de las cicatrices dejadas por la administración Trump en su primer mandato.
Mientras tanto, organizaciones humanitarias, pediatras y abogados insisten en que esta es una práctica injustificable que perjudica a los más vulnerables: los niños. En su lugar, abogan por alternativas que prioricen el bienestar de los menores y respeten sus derechos fundamentales.
La nueva ola de detención familiar es un golpe directo a la dignidad humana, y plantea una pregunta crucial: ¿cómo puede una nación que se considera defensora de los derechos humanos justificar tal sufrimiento, especialmente cuando se trata de niños que solo buscan seguridad y un futuro mejor?
En medio de este panorama sombrío, la sociedad estadounidense debe cuestionar si realmente quiere seguir financiando este ciclo de deshumanización y sufrimiento, o si es hora de buscar un camino más humano y justo para todos los que llegan a sus puertas en busca de esperanza.
Crédito fotográfico: Getty Images