
El conflicto entre Israel y Hamás, que ha perdurado por más de 15 meses y ha resultado en aproximadamente 46.900 muertes, está próximo a una tregua significativa. Tras intensas negociaciones mediadas por Catar, Estados Unidos y Egipto, ambas partes han acordado un alto el fuego que entrará en vigor este domingo a las 7:30 a.m. (hora local).
El gobierno israelí, liderado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, aprobó el acuerdo después de extensas deliberaciones. El pacto contempla un cese de hostilidades de seis semanas, durante las cuales se llevará a cabo un intercambio de prisioneros: Hamás liberará a 33 rehenes israelíes retenidos en Gaza, mientras que Israel excarcelará a más de 700 prisioneros palestinos. Entre los rehenes se encuentran dos niños pequeños y tres personas mayores de 80 años, y entre los prisioneros palestinos destacan figuras como Zakaria al Zubaidi y Ahmed Barghuti.
La tregua se desarrollará en tres fases. En la primera fase, de seis semanas, Israel retirará gradualmente sus tropas de Gaza y permitirá que los desplazados regresen a sus hogares. La segunda fase implicará la liberación de los rehenes restantes, incluyendo soldados israelíes, y la continuación de la retirada israelí. La tercera fase abordará el futuro de Gaza, con propuestas como la gestión del territorio por parte de la Autoridad Nacional Palestina, bajo control del partido Fatah, aunque Netanyahu se opone a esta medida si Hamás continúa en el poder.
A pesar del anuncio del alto el fuego, los enfrentamientos han continuado en las horas previas a su implementación. La policía israelí abatió en Tel Aviv a un palestino de 19 años que apuñaló a un transeúnte, quien resultó herido y se encuentra fuera de peligro. Este incidente ocurrió solo unas horas antes de la entrada en vigor de la tregua.
El éxito de este alto el fuego dependerá de la voluntad de ambas partes para cumplir con los términos acordados y de la eficacia de los mediadores internacionales en supervisar su implementación. La liberación de rehenes y prisioneros es un paso positivo hacia la desescalada del conflicto, pero las tensiones subyacentes y las diferencias políticas entre Israel y Hamás continúan siendo un desafío significativo para una paz duradera en la región.