Los aranceles de Trump amenazan la industria automotriz de Canadá y México

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Foto: JEFF KOWALSKY

El reciente anuncio del expresidente Donald Trump sobre la imposición de aranceles a las importaciones de vehículos desde Canadá y México ha generado un fuerte debate en la industria automotriz y entre los consumidores estadounidenses.

Aunque el gobierno ha suspendido temporalmente la aplicación de estos aranceles para negociar con sus vecinos norteamericanos, el impacto potencial de una medida de este tipo podría ser significativo.

Según un análisis de S&P Global Mobility, el precio de un vehículo importado desde México o Canadá podría aumentar en un 25%, lo que representaría un alza de aproximadamente 6.250 dólares para un automóvil de 25.000 dólares. La mayoría de los analistas coinciden en que las empresas automotrices trasladarían estos costos adicionales a los consumidores, lo que encarecería significativamente el precio final de los vehículos en EE.UU.

La industria automotriz se encuentra en una encrucijada. Michael Robinet, vicepresidente de pronósticos de S&P Global Mobility, advirtió que la medida podría no solo inflar los precios de los automóviles, sino también interrumpir los cronogramas de producción. Se estima que la producción de vehículos con mayor exposición a estos aranceles podría disminuir en un 30% a corto plazo.

Ford y General Motors, dos de las principales automotrices estadounidenses, han manifestado su preocupación por el impacto de las tarifas en sus operaciones. Jim Farley, CEO de Ford, afirmó que su compañía podría resistir un corto período de aranceles, pero que si se prolongan, podrían eliminar miles de millones de dólares en ganancias y afectar negativamente el empleo en EE.UU. Mary Barra, CEO de General Motors, indicó que su empresa ya está considerando reestructurar su cadena de suministro para mitigar el impacto.

Uno de los principales argumentos en contra de los aranceles es la interdependencia de las economías de EE.UU., Canadá y México. Según Marcus Noland, experto en política comercial del Peterson Institute for International Economics, la industria automotriz de los tres países está estrechamente vinculada.

En muchos casos, las piezas de un vehículo cruzan las fronteras entre siete y ocho veces antes de su ensamblaje final. Con cada cruce, el arancel sería aplicado nuevamente, lo que aumentaría los costos de producción de manera exponencial.

Además, México es el mayor proveedor de vehículos ligeros para EE.UU., representando aproximadamente el 15% de las ventas totales en 2024. Una caída en la demanda de automóviles mexicanos podría afectar gravemente la economía mexicana, lo que, irónicamente, podría generar un aumento en la migración indocumentada hacia EE.UU., uno de los problemas que la administración Trump busca abordar con esta medida.

Trump ha defendido los aranceles como un medio para incentivar la producción nacional y la creación de empleos en EE.UU. Sin embargo, la realidad es más compleja. La reubicación de la producción en territorio estadounidense implicaría una inversión significativa en nuevas plantas de manufactura y la contratación de mano de obra, que en EE.UU. es considerablemente más costosa que en México y Canadá.

Duncan Angove, CEO de la empresa de cadena de suministro Blue Yonder, señala que las automotrices probablemente acelerarán sus inversiones en automatización e inteligencia artificial para reducir costos. Sin embargo, esto podría significar una menor generación de empleos en la industria automotriz, contradiciendo el objetivo original de la política arancelaria.

El aumento de precios de los autos nuevos podría tener un efecto indirecto en el mercado de vehículos usados, impulsando la demanda y elevando también los precios de segunda mano. Esto podría afectar a los consumidores de ingresos medios y bajos, que verían limitada su capacidad para adquirir un automóvil.

Por otro lado, los fabricantes extranjeros como Hyundai, Honda y Toyota podrían beneficiarse de esta situación. Como mencionó Farley en una conferencia con inversores, si los aranceles afectan solo a Canadá y México, las automotrices asiáticas podrían aumentar su participación en el mercado estadounidense sin ser impactadas por las nuevas tarifas. Esto podría resultar en una desventaja competitiva para los fabricantes estadounidenses.

El debate sobre los aranceles ilustra la complejidad de equilibrar proteccionismo económico y estabilidad del mercado. Aunque el gobierno de Trump argumenta que la medida incentivará la producción y el empleo en EE.UU., muchos economistas advierten que la realidad podría ser distinta.

El incremento de costos podría repercutir en los consumidores, reducir la competitividad de las automotrices estadounidenses y afectar a las economías vecinas, generando consecuencias imprevistas, como el aumento de la migración indocumentada.

Mientras tanto, la industria automotriz sigue preparándose para una posible implementación de las tarifas y evaluando estrategias para minimizar el impacto. La pregunta clave sigue en el aire: ¿Será esta una jugada maestra de Trump para fortalecer la economía estadounidense, o un error político que podría afectar a millones de consumidores y trabajadores? El tiempo y las negociaciones en curso determinarán el verdadero impacto de esta política comercial.


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