
THE LATIN VOX (7 de febrero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
Elon Musk, el CEO de Tesla y la persona más rica del mundo, ha experimentado un giro sorprendente en su postura política, pasando de ser un ferviente defensor de la acción climática a un aliado del presidente Donald Trump en su lucha contra los vehículos eléctricos (EV, por sus siglas en inglés). Esta transición ha desconcertado a muchos, especialmente dado el histórico enfoque de Musk en la sostenibilidad y la lucha contra la crisis climática.
En los últimos meses, Trump ha intensificado sus esfuerzos para recortar los incentivos fiscales a los compradores de vehículos eléctricos, lo que podría hacer que las ventas de estos automóviles se desplomen drásticamente.
Estos esfuerzos han sido respaldados por Musk, quien ha argumentado que la eliminación de los subsidios perjudicaría más a los competidores de Tesla, como Ford y General Motors, que a su propia empresa. Musk ha afirmado que, al eliminar los subsidios, Tesla se vería menos afectada, ya que es el líder indiscutible en el mercado de los EV, con una cuota de casi el 50% de las ventas en EE. UU.
El impacto de la eliminación de los créditos fiscales podría ser significativo. Según un estudio reciente, la eliminación de estos incentivos podría reducir las ventas de vehículos eléctricos en un 27%, lo que representaría una disminución de más de 300,000 unidades al año.
El economista Joseph Shapiro, coautor del estudio, advirtió que aunque algunos consumidores seguirían eligiendo autos eléctricos, el mercado se reduciría drásticamente, lo que tendría un impacto negativo para el planeta a largo plazo.
A pesar de ser el principal beneficiario de los incentivos fiscales en el sector de los vehículos eléctricos, Musk ha manifestado su creencia de que la eliminación de estos subsidios beneficia a Tesla a largo plazo, debido a la ventaja competitiva que le otorga su posición dominante en el mercado.
Sin embargo, la eliminación de los incentivos fiscales también afectaría a Tesla, especialmente si las reglas federales de contaminación se debilitan, lo que podría reducir la cantidad de créditos de carbono que Tesla vende a otras empresas para compensar sus emisiones.
Aunque Tesla sigue siendo el líder del mercado, las ventas de la compañía comenzaron a declinar ligeramente en 2024, en parte debido a la creciente preocupación entre su base de clientes tradicionalmente liberal por el giro político hacia la derecha de Musk. La influencia de Musk sobre los consumidores está en juego, ya que algunos se sienten incómodos con su apoyo a Trump y sus políticas.
El cambio en la postura política de Musk ha sido evidente en sus recientes declaraciones. En un discurso posterior a la toma de posesión de Trump, Musk evitó hablar de autos eléctricos y se centró en temas como la seguridad en las ciudades, el control de las fronteras y el gasto público.
En lugar de priorizar la lucha contra el cambio climático, Musk ha ampliado su enfoque hacia la robótica, la inteligencia artificial y su proyecto SpaceX, sugiriendo incluso que “vamos a llevar a DOGE a Marte”, refiriéndose a su iniciativa para reducir el gasto gubernamental.
Este cambio de enfoque ha dejado en segundo plano la preocupación por la crisis climática, un tema que Musk había defendido con firmeza en el pasado. En 2016, Musk instó a una «revuelta popular» contra la industria de los combustibles fósiles, advirtiendo que el mundo estaba «irremediablemente encaminado hacia algún nivel de daño».
Sin embargo, tras el retiro de EE. UU. del Acuerdo de París en 2017 por parte de Trump, Musk optó por abandonar un consejo presidencial en protesta. Sin embargo, desde entonces, ha guardado silencio en cuanto a las políticas climáticas de Trump, quien descalificó el cambio climático como “un gran engaño” y ha favorecido el aumento de la perforación de petróleo y gas.
Críticos del cambio de postura de Musk sugieren que el magnate está minimizando los peligros del cambio climático y que sus decisiones están más orientadas hacia sus propios intereses comerciales y la obtención de contratos gubernamentales.
Paul Bledsoe, exasesor de clima en la Casa Blanca de Bill Clinton, calificó a Musk de «oportunista» y sugirió que Musk podría estar viendo el cambio climático no como una crisis inmediata, sino como una oportunidad para obtener beneficios en el futuro a medida que los costos de la crisis climática aumenten.
Aquellos que conocen a Musk sostienen que su giro hacia la derecha se debe en parte a no haber sido invitado a una cumbre importante sobre vehículos eléctricos en la Casa Blanca en 2021, después de la llegada de Joe Biden a la presidencia.
Para muchos, el cambio de Musk de ser el “caballero blanco” de los ambientalistas a un “villano de Bond” parece una reconfiguración estratégica de sus prioridades, en la que el deseo de gloria y reconocimiento mundial podría estar desplazando sus anteriores preocupaciones por el medio ambiente.
En conclusión, Elon Musk se encuentra ahora en una encrucijada política que refleja su compleja relación con el gobierno y su evolución personal. Lo que alguna vez fue una empresa líder en la lucha contra el cambio climático, Tesla, ahora se ve envuelta en una polémica sobre los incentivos fiscales y la política de emisiones bajo la administración de Trump, lo que deja en evidencia el impacto de la política en el futuro de los vehículos eléctricos y la sostenibilidad global.
Crédito fotográfico: Reuters