RDC: Ciudad de Goma en crisis con hospitales desbordados por la guerra

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Foto: castanet

La ciudad de Goma, en el este de la República Democrática del Congo, enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes. La intensificación de los combates entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes del M23, respaldados por Ruanda, ha sumido a la ciudad de dos millones de habitantes en el caos. Miles de heridos han desbordado los hospitales, que luchan con escasos recursos y personal insuficiente para atender la creciente demanda.

Desde el inicio de la ofensiva rebelde el 26 de enero, más de 700 personas han muerto y cerca de 3.000 han resultado heridas, según cifras oficiales. Bethesda Hospital, uno de los principales centros de salud en Goma, recibe más de 100 pacientes nuevos cada día, pese a que su capacidad es de apenas 250 camas.

«Se infectarán antes de que podamos tratarlos a todos», expresó Florence Douet, enfermera del quirófano en Bethesda, mientras atendía a pacientes con heridas de bala y metralla. En muchos hospitales, los heridos comparten camas o se ven obligados a acostarse en el suelo a la espera de atención.

Kyeshero Hospital, otro centro de salud de la ciudad, también está al borde del colapso. «Ayer extrajimos 48 balas», relató el cirujano Johnny Kasangati, mientras examinaba a un paciente bajo una tienda de campaña improvisada. Según Médicos Sin Fronteras, la capacidad del hospital ha superado el 200% en algunos días.

El conflicto también ha interrumpido las rutas de abastecimiento de suministros médicos, exacerbando la crisis. «Nos arreglamos con lo que tenemos en los gabinetes, pero no sé por cuánto tiempo más podremos seguir así», advirtió Virginie Napolitano, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Goma.

El colapso del sistema de salud ha provocado un aumento de enfermedades en los campamentos de desplazados y en las comunidades afectadas. La Organización Mundial de la Salud advirtió sobre el riesgo de brotes de cólera y sarampión, enfermedades endémicas que ya afectaron a más de 22.000 y 12.000 personas respectivamente el año pasado.

Además, el hacinamiento y la falta de saneamiento en los refugios improvisados han incrementado los casos de desnutrición infantil y otras enfermedades infecciosas. «Hay un temor generalizado de que las enfermedades se propaguen rápidamente en la comunidad», alertó el Dr. Boureima Hama Sambo, representante de la OMS en el Congo.

La ofensiva del M23 no es un hecho aislado. Según expertos de la ONU, el grupo rebelde cuenta con el apoyo de unos 4.000 soldados ruandeses, mucho más que en 2012, cuando tomaron brevemente Goma antes de retirarse por presión internacional. Esta vez, los insurgentes han declarado su intención de avanzar hasta Kinshasa, la capital congoleña, a más de 1.600 kilómetros de distancia, argumentando que el gobierno de Félix Tshisekedi ha fallado en gobernar el país.

La guerra en el este de Congo tiene profundas raíces étnicas y políticas. El M23 dice defender a la comunidad tutsi en Congo, mientras que Ruanda acusa al ejército congoleño de colaborar con el grupo FDLR, compuesto en su mayoría por hutus, algunos de los cuales participaron en el genocidio de 1994 en Ruanda. Kinshasa niega cualquier vínculo con el FDLR, pero la tensión entre ambos países sigue en aumento.

La caída de Goma en manos del M23 ha dejado a la ciudad aislada. Las carreteras hacia el sur han sido bloqueadas, y el aeropuerto internacional está bajo control rebelde, lo que ha imposibilitado la llegada de ayuda humanitaria por vía aérea. El transporte de pacientes heridos a Bukavu, en la provincia de Kivu del Sur, solía hacerse por barco a través del lago Kivu, pero este servicio también se ha suspendido debido a la inseguridad.

Mientras tanto, los hospitales se ven obligados a encontrar espacio para los muertos. La morgue del hospital provincial ha recibido decenas de cuerpos de otras instalaciones médicas. «Teníamos 66 cuerpos aquí. Trasladamos 56 al hospital provincial porque tienen más espacio», explicó Jules Kafitiye, director médico del hospital Maternité de la Charité.

Con Goma aislada del resto del mundo y sin señales de un alto el fuego, la situación humanitaria se deteriora cada día. La comunidad internacional ha condenado la violencia, pero aún no se han tomado medidas concretas para aliviar la crisis. Mientras tanto, los habitantes de Goma, atrapados en una ciudad convertida en zona de guerra, intentan sobrevivir en condiciones cada vez más desesperadas.

«Esta guerra ha causado mucho daño, pero al menos seguimos respirando», dijo Patrick Bagamuhunda, uno de los heridos en los enfrentamientos. Para muchos en Goma, la esperanza de un futuro pacífico parece cada vez más lejana.


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