
El futuro de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) pende de un hilo. Como parte de su política «America First», el presidente Donald Trump ha anunciado la posibilidad de cerrar la agencia, una institución clave en la asistencia internacional desde su creación en 1961. La medida podría concretarse este lunes, generando incertidumbre en la comunidad internacional y en los sectores que dependen de sus programas de ayuda.
El anuncio de Trump ha sido respaldado por su aliado, el magnate tecnológico Elon Musk, quien en un mensaje publicado en X calificó a la agencia como una «organización criminal» y aseguró que su estructura está «más allá de cualquier posibilidad de reparación».
USAID fue establecida bajo la administración de John F. Kennedy con el objetivo de proporcionar ayuda a países afectados por desastres, en situación de pobreza extrema o en proceso de reformas democráticas. Durante sus primeras décadas, la organización se enfocó en el desarrollo de recursos humanos, salud, educación y estabilidad financiera en diversas regiones del mundo.
En la década de 1980, tras la caída del Muro de Berlín, USAID jugó un papel fundamental en la reconstrucción de las economías de Europa del Este y en la promoción de democracias funcionales. A inicios de los 2000, la agencia centró sus esfuerzos en Afganistán e Irak, apoyando la reconstrucción de gobiernos, infraestructuras y servicios básicos.
Con un presupuesto de miles de millones de dólares anuales, USAID ha financiado proyectos en sectores como la igualdad de género, el acceso al agua potable, el saneamiento y el crecimiento económico en diversas regiones del mundo.
Según Trump y sus aliados, USAID ha sido utilizada en los últimos años para promover «causas liberales» a nivel global. El mandatario ha acusado a la organización de estar manejada por «radicales lunáticos» y de desperdiciar recursos estadounidenses en políticas que no alinean con su visión de gobierno.
Musk, por su parte, explicó en una conversación en la plataforma Spaces de X que, tras revisar en detalle el funcionamiento de USAID, llegó a la conclusión de que su estructura no podía ser reformada. «No es una manzana con un gusano dentro, es un ovillo de gusanos. Hay que eliminarlo por completo», declaró.
La decisión también responde a la orden ejecutiva emitida por Trump en enero, en la que instruyó la reevaluación de la ayuda internacional otorgada por Estados Unidos. Como resultado, el secretario de Estado, Marco Rubio, pausó todos los fondos asignados a programas de asistencia exterior a través del Departamento de Estado y USAID.
El impacto de la desaparición de USAID podría ser significativo para los países que dependen de sus programas. La agencia ha desempeñado un papel clave en la lucha contra la pobreza, el acceso a servicios sanitarios y la asistencia en crisis humanitarias.
Expertos han advertido que el cierre podría debilitar la influencia diplomática de Estados Unidos y abrir espacio para que otras potencias, como China, llenen el vacío en la asistencia internacional. Además, podría afectar alianzas estratégicas con países que han recibido ayuda estadounidense a lo largo de los años.
A nivel doméstico, la medida podría afectar a miles de empleados de USAID y a contratistas que dependen de los fondos federales para ejecutar proyectos de cooperación internacional.
El posible cierre de USAID se enmarca en la filosofía «America First» de Trump, que busca reducir la participación de Estados Unidos en asuntos internacionales y priorizar inversiones internas. Si bien el futuro de la agencia aún no está sellado, la pausa en su financiamiento y las declaraciones del presidente y Musk sugieren que su clausura podría ser inminente.
Mientras el mundo espera el desenlace de esta decisión, surgen interrogantes sobre las repercusiones de esta política en la imagen global de Estados Unidos y en la estabilidad de las naciones que dependen de la ayuda estadounidense para su desarrollo.